-¿Qué te pasa Cristal? Estas como ausente.-me preguntó mi abuela mientras me retiraba el ultimo plato de la comida.
-No me pasa nada. Tan solo estaba pensando- le conteste yo volviendo en mí tras a ver estado durante toda la comida con la mirada perdida.
-¿Qué vamos a hacer esta tarde?-preguntó de repente Alicia con su voz risueña e infantil.
-No se tú, pero yo me marcho a dar un paseo.-le conteste yo.
-Pero si desde que has llegado no has salido prácticamente a la calle.- se asombro mi abuela.
-Ya, pero no sé. Me apetece salir un poco a tomar el aire- (y a aclararme las ideas pensé para mí).
Mi voz sonaba completamente despistada, sin ninguna duda necesitaba ese paseo.
-Está bien, pero ponte algo de abrigo que no hace demasiado calor.- añadió mi abuela contenta de que hubiera decidido despegarme del ordenador.
- ¿Y nosotras que vamos a hacer?- le oí preguntar a mi prima mientras salía de la habitación.
A pesar de que mi cuarto fuera la siguiente puerta a la de la cocina estaba lo suficientemente alejado como para no oír nada de lo que pasaba en ella.
Tras cerrar la puerta de la habitación lance uno de mis ruidosos suspiros. Los vaqueros que me había puesto esta mañana aun seguían encima de la cama. A sí que me pondría esos mismos vaqueros con la blusa blanca y las sandalias romanas.
Me pase rápidamente el cepillo por el pelo antes de salir de la habitación y despedirme de mi prima y mi abuela, que aún seguían en la cocina.
-¿Ya te vas?- me preguntó mi abuela.
-Sí. No me apetece quedarme en casa ni un minuto más. – le conteste yo con impaciencia, realmente la casa se me caía encima.
-¿Llevas el móvil?- me siguió atosigando ella.
-Siempre lo llevo. Adiós.- corte yo saliendo por la puerta.
Baje las escaleras rápidamente de dos en dos.
No tenía muy claro a donde me dirigía, pero nada más pisar la calle empecé a caminar con paso decidido y sin titubear.
Primero pase por el puerto, pero había demasiada gente para mi gusto. Necesitaba un lugar tranquilo, alejado del mundo. Esa clase de lugares en los que uno dice menudo sitio para pensar. Y sin saber cómo me tope con uno de ellos.
En las campas más lejanas de la ermita ese día no había nadie. Me senté cerca del borde del acantilado, a la distancia justa como para asomarme y poder contemplar las olas batiéndose entre las rocas. El paisaje era realmente increíble acentuado con una agradable brisa que me alborotaba el pelo apartándomelo de la cara. En menos de cinco minutos todos mis problemas habían desaparecido tan solo existían el mar y el viento.
Estaba completamente ensimismada cuando una voz me sorprendió.
-El abuelo nunca se equivoca, estas aquí.- Me gire extrañada para mirar a la chica que acababa de hablar.
No la había visto en mi vida. Era delgada, rubia de rizos muy marcados y tez ligeramente bronceada con el sol. No se hubiese diferenciado de otra cualquier quinceañera si no fuese por ese algo especial que se podía detectar si la mirabas atentamente. No sabría decir exactamente si era el brillo de sus ojos o esa aura especial que la envolvía, pero esa chica no era como las demás.
-Perdón ¿hablas conmigo?-le pregunte yo extrañada. Claramente me lo había dicho a mí. Allí no había nadie más, pero estaba segura de que se había equivocado de persona, nunca había visto a aquella chica para que me estuviera buscando.
- No si quieres con la roca en la que estas sentada. Pues claro que hablo contigo mujer.- Su tono era tan sereno y cordial que me dejo anonadada completamente, tenía a una desconocida delante de mis narices hablándome como si fuéramos amigas desde el parvulario.- Vamos levántate de ese pedrusco y sígueme que no tenemos todo el día.
- ¿Perdón? ¿Seguirte a donde?- En ese momento estaba tan confundida que no hubiese acertado ni nombre si me lo hubiesen preguntando de repente.
-A claro, no tienes ni idea de quién soy.- se disculpo ella entre risas.- Me llamo Jane soy la nieta de Max. Él es el que me ha pedido que te venga a buscar.
-Vale ¿y quién se supone que es Max?- le pregunte yo con un tono cortante de "Deja de tocarme las narices que no se de lo que me estás hablando".
-Mi abuelo es el señor con el que te has encontrado esta mañana y que te ha prometido una explicación
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