Mis pequeñas patitas de gorrión dejaron paso a mis deportivas nada más posarme sobre la ventana de mi habitación.
Antes de que me diera tiempo a bajarme de la cornisa un ruido me hizo tambalearme y prácticamente perder el equilibrio.
-¡Cristal es la ultima vez que te lo repito, abre inmediatamente la puerta de la habitación!- era mi prima Alicia, que golpeaba sin cesar la madera vociferando. Por el barullo que estaba montando mi abuela no debía de estar en casa. Ella jamás la dejaría chillar de esa manera.
-¡Ya voy!- le chille poniendo una mueca mientras miraba la altura que había de la cornisa al suelo. En mi forma humana la altura para estar ahí arriba de pies me parecía enorme y no quise ni pensar lo que hubiera pasado si por los gritos de Alicia habría perdido el equilibrio del todo.
Mientras un escalofrío me recorría todo el cuerpo salte al suelo y me dirigí a abrir la puerta.
Cuando pose la mano sobre el picaporte lo note extrañamente frio, una sensación de terror me recorrió de arriba a abajo. Se habían dejado de oír los gritos de Alicia y el ambiente parecía extrañamente helado como si de pronto el tiempo se hubiera detenido.
De pronto una corriente helada me erizo los pelos del cogote y pude observar con los ojos llenos de terror como mi mano se había quedado pegada al picaporte y una extraña masa de hielo subía por mi muñeca desde la punta de los dedos.
Trate de soltarme, pero no tenía fuerza como para arrancar en picaporte de la puerta. Trate de serenarme y pensar que más opciones tenía. Las ideas pasaron rápidas y borrosas por mi mente. Hasta que me detuve en una. Fuego. Trate de concentrarme. Pero estaba demasiado nerviosa. Las llamas comenzaron a salir de mis manos hasta que fundieron todo el hielo. Me gire aún con ambas manos encendidas y sin pensar que a mi espalda se encontraba ella.
Era la mujer de mi sueño, estaba parada a medio metro de mí. Una túnica gris la cubría completamente y de sus manos salía un resplandor azul.
Cuando me vio girarme clavo su mirada en mí. Sus ojos color violeta parecían completamente llenos de ira.
Adelanto un paso hacia mí obligándome a reaccionar. Sus manos pasaron veloces por donde hacia un segundo había estado mi cara clavándose contra la puerta y dejando un agujero helado en ella. Corrí en dirección a la ventana mientras ella retiraba la mano de la puerta como si la hubiera enterrado en la arena. Casi había alcanzado la cornisa cuando me agarro de la camiseta y empujándome hacía atrás me tiro al suelo. Se desplazo despacio mientras yo trataba de ponerme de pies. Pero el golpe me había dejado barrida, de un solo movimiento me había arrastrado por el suelo de toda la habitación clavándome contra la puerta. En cuanto estuvo a un paso de mi me cogió de la camiseta con una mano y me alzo clavándome contra la puerta.
Por un instante sus ojos se cruzaron con los míos y no pude comprender la ira y satisfacción que revelaban, que le había hecho yo a esa mujer. En ese momento una sonrisa que me hizo estremecerme se pinto en la cara de ella mientras alzaba el brazo que tenía libre. Yo instintivamente me cubrí la cara con brazos.
Al principio no entendí lo que había pasado. De pronto yo volvía a estar en el suelo. La extraña mujer había comenzado a chillar y me había soltado. No fue hasta que vi el fuego que la envolvía que lo comprendí todo. Mis manos seguían encendidas cuando las había alzado para protegerme la cara y de algún modo la había prendido fuego a ella.
Me puse de pies mientras veía que el fuego que la envolvía se extinguía a cada segundo que pasaba. De pronto ella se volvió iracunda para mirarme y un grito casi se me escapa de la boca. Se había quemado completamente, su piel se había carbonizado y había algunas zonas donde se le podían ver los huesos de la cara. Una arcada me subió por la garganta. ¿Cómo podía seguir viva? Pero con cada paso que avanzaba hacía mi lo comprendí. Su piel iba regenerándose a cada segundo que pasaba, su pelo recobraba el color, incluso las pecas volvían a pintarse en su cara. En tan solo en medio minuto todo rastro de fuego había quedado borrado de su ser. Di un paso instintivamente hacía atrás al ver que seguía avanzando, pero choque con la pared. Ahora sabía como combatirla, que podía usar el fuego de mis manos, pero debía pensar rápido. Caminé de espaldas girando hacía la izquierda, así ganaría medio metro mientras ella se movía lentamente hacia mi. No parecía tener ninguna prisa en llegar hasta mi lo cual me vino muy bien, pues cuando se posiciono delante mío yo ya había conseguido mi propósito. Con una sonrisa picara alce las manos dejando al descubierto una enorme bola de fuego que había creado mientras ella avanzaba. Con un sencillo movimiento se la arroje como si se tratara de un balón y me agache justo antes de ver como el miedo se apoderaba de su rostro y el fuego la atrapaba a ella completamente. No le dio tiempo a reaccionar seguramente sabía como defenderse de mi ataque, pero le pillo completamente desprevenida. Tras medio minuto me puse de pies y mire con un poco de recelo. La explosión no había hecho estragos en la habitación, pero ella había desaparecido.
Me acerque lentamente al lugar donde había estado por ultima vez, tan solo quedaba una mancha negra en el suelo y ni el menor signo de a donde había ido. Suspiré aliviada cuando el calor de verano caldeó de nuevo la habitación y los golpes de Alicia volvieron a oírse en la puerta. Me gire y la abrí de golpe. La cara que debía de tener la asusto y corrió al salón. Seguramente pensó que tenía esa expresión porque ella me había hecho enfadar, pero lo que realmente me había dejado así era algo que nunca había sucedido en realidad. Todo lo que había sucedido dentro de esa habitación había transcurrido mientras el tiempo había estado congelado. En el cambio de entre dos segundos. Un tiempo que no había existido en el que casi me matan y el que tal vez yo había matado a alguien. Rápidamente quite esa idea de mi cabeza ella no había muerto sino desaparecido, había huido como había llegado. Cerré la puerta tras de mi y me dirigí a al cuarto de baño. Necesitaba una ducha y olvidarme de todo lo que había pasado.
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