Puedo disculparme por haber desaparecido literalmente.
Pero tambien puedo dejaros un nuevo capitulo compensativo de El medallón de Cristal. Y la promesa de que este cerebro esta maquinando algo.
Un Beso burbujeante y aquí os dejo algo nuevo.
Capitulo 22. Prohibiciones.
Era extraño. Los dos estábamos sentados en la arena sin decir nada. Tan solo mirábamos hacía la luna en silencio. Simplemente, nos hacíamos una compañía el uno al otro.
-Yo…- su voz ronca me llego casi cortada.- No quería ser tan borde lo siento.
Mis ojos buscaron los suyos, pero tenía la cabeza agachada. No pude evitar sonreír tímidamente.
-No te disculpes.- le conteste yo.- Después de todo yo he sido la que te ha partido la ceja.
Levanto la cabeza y me miro a los ojos. No duro mucho, pero pude distinguir que algo había cambiado. Ya no se mostraban fríos como antes.
Apoyé la cabeza contra el muro que teníamos detrás, prácticamente me deje caer sobre él, mientras elevaba los ojos al cielo.
-Todo ha cambiado tanto.- murmuré.
Él no dijo nada, aunque una parte de mí sabe que me oyó.
Pasamos otro par de minutos en silencio hasta que se levanto una fría brisa.
-Sera mejor que te acompañe a casa, está empezando a refrescar.- me dijo él poniéndose de pies y reusando mirarme directamente.
Yo asentí y me levanté.
Durante el camino a mi casa ninguno de los dos dijo nada.
-Este es.- dije escuetamente cuando llegamos al portal.
En ese momento la puerta se abrió y salió Alicia con un vestido que le hacía aparentar la mitad de los años que tenía.
-Mama aquí está.- grito al verme.- No sabes en el lio que acabas de meterte.- me dijo después con una voz que no se correspondía con su imagen de muñequita.
-Lo siento tengo que entrar.- me despedí de Alex mientras seguía a Alicia al interior de la casa.
La siguiente hora fue como decirlo. Abochornante.
Mi madre no paraba de gritar lo disgustada que estaba por mi desaparición cuando mi adorable primita hizo el comentario más inoportuno del siglo.
-Pues sabes que tía Sara. Cristal estaba con un chico ahí afuera.- como puede una voz tan dulce decir eso y unos ojos tan malvados mirarme dos segundos más tarde.
Lo siguiente que recuerdo fueron muchos grito y frases como: “Y si estaba con un chico ¿qué?” “Mama tengo casi 16 años” muchos “ni se te ocurra levantarme la voz” y “A tu madre no deberías hablarla así” por parte de mi tía.
El resultado final fue simple. Yo termine en mi habitación con los ojos vidriosos y una prohibición para ver a la única persona con la que me había sentido cómoda en mucho tiempo.
Respire hondo y me lleve la mano al medallón.
-No tenéis ni idea de lo que puedo llegar a hacer.- susurré con una voz que no se parecía a la mía, mientras una lagrima solitaria resbalaba por mi mejilla.
Portada creada por Mientras Lees
lunes, 12 de julio de 2010
lunes, 10 de mayo de 2010
Capitulo 21
La hierba se metía entre los agujeros de mis romanas y me hacía cosquillas en los pies. Me detuve, el viento inusualmente frio a principios de agosto removió mi pelo color chocolate. Respire todo lo hondo que pude y un escalofrió me recorrió de arriba abajo.
Estaba sola, completamente sola en un pueblo lleno de gente. Hacía días no hablaba con nadie más de dos frases seguidas, no tenía con quien. Era un pueblo lleno de gente, pero de gente adulta. En su mayor parte ancianos que se habían mudado a la costa en busca de la tranquilidad. Al principio me lo había tomado como un paraíso natural. El sitio perfecto para desconectar, lo suficientemente lejos, lo suficientemente tranquilo. Pero la tranquilidad se había vuelto aburrimiento, y el aburrimiento desesperación.
Y en uno de esos ataques de desesperación había acabado ahí. En el pinar que había justo encima de la playa. Me aproxime a la barandilla y casi me deje caer sobre ella. Mire al cielo y suspiré. Una luna preciosa, casi llena y plateada estaba justo enfrente de mí en un cielo azul oscuro salpicado de estrellas. Un poco más abajo un mar del mismo color que el cielo estrellado descansaba tranquilo, tanto que parecía un espejo. Pude distinguir varias constelaciones en el reflejo que el mar hacía del cielo.
Buscaba Casiopea en el espejo del cielo inútilmente en esa época del año cuando un ruido llego a mis odios. Algo pequeño, el crujir de una rama cuando la pisas. Se me dispararon todos los sentidos e instintivamente me agache a coger una piedra que había a mi lado.
Crash.
Otro crujido llego a mis oídos antes de que terminara de levantarme. Pero esa vez no solo lo oí, también pude verlo. Un flash, una macha, una sombra entre los árboles. No me lo pensé dos veces, me erguí rápidamente y sin saber muy bien de donde saque la puntería ni la fuerza lacé la piedra que había cogido a la misma velocidad que un proyectil militar.
Un segundo más tarde se escuchó el impacto de la piedra chocando contra algo y pude ver como el cuerpo se tambaleaba hasta salir del escondite que le proporcionaban los árboles y se mostraba bajo la luz de la luna y un par de farolas.
Un instante antes de que pudiera verle el rostro retrocedí instintivamente hacía atrás.
-¡Pero estas loca!- me gritó el cuerpo que se cubría la cara con ambas manos.
Abrí la boca para contestar, seguramente para disculparme, pero me detuve. Esa voz me resultaba extrañamente conocida.
De pronto la persona que tenía delante se erguió completamente, pero continúo con los brazos alrededor de la cara. De vez en cuando los movía un poco, seguramente intentando amortiguar el dolor.
Era un chico de unos dieciséis años, bastante más alto que yo y de piel bronceada. No podía apreciar absolutamente nada más puesto que tenía la mayor parte de la cara tapada. Arrastro el dorso de la mano derecha sobre los ojos y después la dejo caer. Dos ojos verdes se quedaron mirándome muy atentamente.
-¡Tú!- le grite al verle.
-¿Es lo único que me vas a decir?-me preguntó con un tono de voz un poco arisco.
Tenía el puño del jersey que se había pasado por la cara manchado de sangre y la ceja derecha partida por el golpe. Un poco de sangre le resbalaba por la sien.
-Yo…- empecé a balbucear.
Levantó una ceja con cara de incredulidad y cruzo los brazos.
Me miraba muy atentamente. De pronto no sabía cómo reaccionar, cómo disculparme.
Y de repente bum.
Demasiados sentimientos contenidos explotaron en mi interior, la inseguridad, el miedo, la vergüenza, la rabia… La sensación de que eso no está pasando me inundo completamente, me sentía fuera de mi como si estuviera viendo una película.
Y como si fuera una niña pequeña me eche a llorar. No supe que cara puso él cuando las lagrimas comenzaron a salir a borbotones por mis ojos, pero por alguna extraña razón me fue fácil llorar delante de él. Desahogarme como debería a ver hecho hacía semanas, pero no había tenido con quien.
Estaba sola, completamente sola en un pueblo lleno de gente. Hacía días no hablaba con nadie más de dos frases seguidas, no tenía con quien. Era un pueblo lleno de gente, pero de gente adulta. En su mayor parte ancianos que se habían mudado a la costa en busca de la tranquilidad. Al principio me lo había tomado como un paraíso natural. El sitio perfecto para desconectar, lo suficientemente lejos, lo suficientemente tranquilo. Pero la tranquilidad se había vuelto aburrimiento, y el aburrimiento desesperación.
Y en uno de esos ataques de desesperación había acabado ahí. En el pinar que había justo encima de la playa. Me aproxime a la barandilla y casi me deje caer sobre ella. Mire al cielo y suspiré. Una luna preciosa, casi llena y plateada estaba justo enfrente de mí en un cielo azul oscuro salpicado de estrellas. Un poco más abajo un mar del mismo color que el cielo estrellado descansaba tranquilo, tanto que parecía un espejo. Pude distinguir varias constelaciones en el reflejo que el mar hacía del cielo.
Buscaba Casiopea en el espejo del cielo inútilmente en esa época del año cuando un ruido llego a mis odios. Algo pequeño, el crujir de una rama cuando la pisas. Se me dispararon todos los sentidos e instintivamente me agache a coger una piedra que había a mi lado.
Crash.
Otro crujido llego a mis oídos antes de que terminara de levantarme. Pero esa vez no solo lo oí, también pude verlo. Un flash, una macha, una sombra entre los árboles. No me lo pensé dos veces, me erguí rápidamente y sin saber muy bien de donde saque la puntería ni la fuerza lacé la piedra que había cogido a la misma velocidad que un proyectil militar.
Un segundo más tarde se escuchó el impacto de la piedra chocando contra algo y pude ver como el cuerpo se tambaleaba hasta salir del escondite que le proporcionaban los árboles y se mostraba bajo la luz de la luna y un par de farolas.
Un instante antes de que pudiera verle el rostro retrocedí instintivamente hacía atrás.
-¡Pero estas loca!- me gritó el cuerpo que se cubría la cara con ambas manos.
Abrí la boca para contestar, seguramente para disculparme, pero me detuve. Esa voz me resultaba extrañamente conocida.
De pronto la persona que tenía delante se erguió completamente, pero continúo con los brazos alrededor de la cara. De vez en cuando los movía un poco, seguramente intentando amortiguar el dolor.
Era un chico de unos dieciséis años, bastante más alto que yo y de piel bronceada. No podía apreciar absolutamente nada más puesto que tenía la mayor parte de la cara tapada. Arrastro el dorso de la mano derecha sobre los ojos y después la dejo caer. Dos ojos verdes se quedaron mirándome muy atentamente.
-¡Tú!- le grite al verle.
-¿Es lo único que me vas a decir?-me preguntó con un tono de voz un poco arisco.
Tenía el puño del jersey que se había pasado por la cara manchado de sangre y la ceja derecha partida por el golpe. Un poco de sangre le resbalaba por la sien.
-Yo…- empecé a balbucear.
Levantó una ceja con cara de incredulidad y cruzo los brazos.
Me miraba muy atentamente. De pronto no sabía cómo reaccionar, cómo disculparme.
Y de repente bum.
Demasiados sentimientos contenidos explotaron en mi interior, la inseguridad, el miedo, la vergüenza, la rabia… La sensación de que eso no está pasando me inundo completamente, me sentía fuera de mi como si estuviera viendo una película.
Y como si fuera una niña pequeña me eche a llorar. No supe que cara puso él cuando las lagrimas comenzaron a salir a borbotones por mis ojos, pero por alguna extraña razón me fue fácil llorar delante de él. Desahogarme como debería a ver hecho hacía semanas, pero no había tenido con quien.
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viernes, 30 de abril de 2010
Alex
Blub blub blub.
Los ojos salieron del agua un segundo más tarde que yo. Se quitaron las gafas de buceo y pude ver que se trataba de un chico. No preste mucha más atención porque seguía ahogándome.
Él vio que no paraba de toser y con un único golpe en la espalda consiguió que seme pasara. También que el agua que debía encontrarse en mis pulmones saliera disparada por mi boca. Pero esa parte prefiero borrarla.
Se me quitaron súbitamente las ganas de darme un baño y me dispuse a andar hacia la orilla. Al girarme ese par de ojos verdes me estaban mirando de nuevo. No sabía que decirle. “Gracias por salvarme.” o “Idiota casi me ahogo por tu culpa.”
Por suerte no tuve que decir nada él se adelanto.
Entonces me acorde de las gafas. Todavía las llevaba puesta. Me las quite rápidamente y me decidí a contestarle.
El agua empezó a estar demasiado fría, me abrace los codos y comencé a andar para acercarme a la orilla.
Pude sentir que él me seguía por detrás. A lo mejor el también estaba solo en el pueblo. Me detuve hasta que llego a mi altura.
-Me llamo Cristal.- dije carraspeando un poco con mi garganta dolorida.
Me quede callada y decidí seguir avanzando. Él también se puso a andar cuando yo ya había avanzado unos cuantos metros.
Podía sentir sus pasos detrás de los míos. Como se acompasaban a mi ritmo, como aceleraban cuando yo lo hacía. Como él se detenía si yo me paraba un instante. Eso me puso nerviosa. Si hubiera querido hablar conmigo no me habría respondido de la manera tan seca que lo había hecho.
-Alex.- oí su voz en mi cabeza. Y fue incapaz de imitar su tono.-¿Por qué me estas siguiendo?- pensé.
El aire salía por la boca formando burbujas que explotaban a llegar a la superficie. No salía a respirar no lo necesitaba.
Hice medio camino hasta la orilla buceando, sin apartar en un solo momento la mirada de todo aquello que había bajo mis gafas de buceo. De pronto un pez pasó zumbando delante de mis ojos. Era pequeño, prácticamente diminuto. Igual que el que había visto tan solo hacía un instante. Pero tenía algo especial. Lo seguí con la mirada girando sobre mi misma para verlo marchar cuando vi otra cosa.
A mi espalda un par de ojos me miraban muy atentos. De pronto me faltaba el aire. Salí a la superficie y comencé a toser. Había avanzado lo suficiente como para poder tocar la arena con los pies y que los hombros estuvieran fuera del agua. Lo cual hizo que resultara más fácil recobrar el aire.
Se me quitaron súbitamente las ganas de darme un baño y me dispuse a andar hacia la orilla. Al girarme ese par de ojos verdes me estaban mirando de nuevo. No sabía que decirle. “Gracias por salvarme.” o “Idiota casi me ahogo por tu culpa.”
Por suerte no tuve que decir nada él se adelanto.
-Siento haberte asustado.- tenía la marca de las gafas de buceo bajo los ojos, una marca roja y profunda. Tenía que haberlas llevado por lo menos tanto tiempo como yo.
Entonces me acorde de las gafas. Todavía las llevaba puesta. Me las quite rápidamente y me decidí a contestarle.
-Por lo menos luego me has salvado de morir ahogada.- le dije con una sonrisa extraña. Quería causarle una buena impresión seguramente sería la única persona de mi edad que habría en todo el pueblo, pero la sal me abrasaba la garganta al hablar.
El agua empezó a estar demasiado fría, me abrace los codos y comencé a andar para acercarme a la orilla.
Pude sentir que él me seguía por detrás. A lo mejor el también estaba solo en el pueblo. Me detuve hasta que llego a mi altura.
-Me llamo Cristal.- dije carraspeando un poco con mi garganta dolorida.
-Alex.- me respondió él con un tono que no conseguí descifrar.
Me quede callada y decidí seguir avanzando. Él también se puso a andar cuando yo ya había avanzado unos cuantos metros.
Podía sentir sus pasos detrás de los míos. Como se acompasaban a mi ritmo, como aceleraban cuando yo lo hacía. Como él se detenía si yo me paraba un instante. Eso me puso nerviosa. Si hubiera querido hablar conmigo no me habría respondido de la manera tan seca que lo había hecho.
-Alex.- oí su voz en mi cabeza. Y fue incapaz de imitar su tono.-¿Por qué me estas siguiendo?- pensé.
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domingo, 25 de abril de 2010
Tranquilidad
El calor del sol, la brisa marina, el sonido del mar en mis oídos, la arena caliente en contacto con mi piel y... una pelota de pin-pon directa mi estomago.
-Eee.- grite nada mas notar en impacto.
-Perdón.- se disculpo mi prima riéndose.
Resople y después me desperecé un poco. La playa me adormecía. En concreto aquella playa.
El 28 de julio había llegado en un visto y no visto. Y con él las vacaciones de verano. Las oficiales.
Aquel era como lo había llamado mi tía "el verano de las chicas." Mi madre, mi prima, mi tía y yo pasaríamos juntas el mes de agosto en un pueblecito perdido de la costa.
Increíble verdad. No se porque a todo el mundo le encantan los pueblecitos perdidos de la costa, pero una cosa había que admitir este en concreto era precioso y lo más importante estaba a mas de 800 km de Mundaka. El otro pueblecito de la costa. A más de 800 km de una etapa de mi vida que quería cerrar completamente.
Me levante y me puse el neopreno.
Mientras corría hacia la orilla con las gafas de buceo aún en la mano mi mente se deslizo sobre los últimos días. Tranquilos. Tanto que a menudo me olvidaba de los acontecimientos recientemente ocurridos. Una voz en mi mente me decía a veces que debía estar alerta. Otra le reprochaba que lo que debía hacer era tranquilizarme y disfrutar del verano.
Me puse las gafas y me zambullí en el agua. Me aleje de la orilla lo máximo que estaba permitido. Y me sumergí . Allí abajo, en las agua cristalinas entre los peces, me dejaba llevar. A veces me quedaba quieta observando cómo se movía todo a mí alrededor. Otras nadaba como una loca persiguiendo algún pez.
Aquel día no me apetecía hacer ninguna de las dos cosas. Empecé a moverme bajo el agua despacio, observando el fondo. Descendiendo de vez en cuando para mirar más de cerca alguna concha o piedra.
De pronto un pequeño pez paso delante de mi cara sin inmutarse si quiera. Solo llevábamos allí 3 días y ya me había convertido en parte de la fauna marina. Me relaje todavía más. Solo notaba como el agua movía mi pelo de un lado a otro como si fuera un alga más. Suspire y un montón de burbujas salieron de mi boca. Entonces fue la primera vez que depare en que hacia minutos que no salía a respirar. ¿Tal vez la magia tuviera también sus cosas buenas?
-Eee.- grite nada mas notar en impacto.
-Perdón.- se disculpo mi prima riéndose.
Resople y después me desperecé un poco. La playa me adormecía. En concreto aquella playa.
El 28 de julio había llegado en un visto y no visto. Y con él las vacaciones de verano. Las oficiales.
Aquel era como lo había llamado mi tía "el verano de las chicas." Mi madre, mi prima, mi tía y yo pasaríamos juntas el mes de agosto en un pueblecito perdido de la costa.
Increíble verdad. No se porque a todo el mundo le encantan los pueblecitos perdidos de la costa, pero una cosa había que admitir este en concreto era precioso y lo más importante estaba a mas de 800 km de Mundaka. El otro pueblecito de la costa. A más de 800 km de una etapa de mi vida que quería cerrar completamente.
Me levante y me puse el neopreno.
Mientras corría hacia la orilla con las gafas de buceo aún en la mano mi mente se deslizo sobre los últimos días. Tranquilos. Tanto que a menudo me olvidaba de los acontecimientos recientemente ocurridos. Una voz en mi mente me decía a veces que debía estar alerta. Otra le reprochaba que lo que debía hacer era tranquilizarme y disfrutar del verano.
Me puse las gafas y me zambullí en el agua. Me aleje de la orilla lo máximo que estaba permitido. Y me sumergí . Allí abajo, en las agua cristalinas entre los peces, me dejaba llevar. A veces me quedaba quieta observando cómo se movía todo a mí alrededor. Otras nadaba como una loca persiguiendo algún pez.
Aquel día no me apetecía hacer ninguna de las dos cosas. Empecé a moverme bajo el agua despacio, observando el fondo. Descendiendo de vez en cuando para mirar más de cerca alguna concha o piedra.
De pronto un pequeño pez paso delante de mi cara sin inmutarse si quiera. Solo llevábamos allí 3 días y ya me había convertido en parte de la fauna marina. Me relaje todavía más. Solo notaba como el agua movía mi pelo de un lado a otro como si fuera un alga más. Suspire y un montón de burbujas salieron de mi boca. Entonces fue la primera vez que depare en que hacia minutos que no salía a respirar. ¿Tal vez la magia tuviera también sus cosas buenas?
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martes, 13 de abril de 2010
Capitulo 18: Adios...
Hola, hola!!
De vuelta.
Teneis que perdonarme, pero preparé este capitulo para el finde y se olvido subirlo. ^^
(Donde tendre la cabeza)
Recordar que lo de el día de publicación sigue abierto, ahora mismo hay un empate entre viernes y sabados a si que voy a poner una encuesta debajo de la foto de la cabecera. Elegir vuestro día favorito para tener un nuevo capitulo esperandoos.
Y por supuesto comentar, criticar, escupir lo que no os guste o decirme si me he saltado una tilde. Pensar que asi ganamos todos. Yo aprendo y la historia mejora.
Y sin mas dilación os dejo con.... (seguro que os habeis salado todo mi discurso)... el capitulo nº 18.
_______________________________________________________________________
-¿Puedes repetírmelo otra vez? Por favor.
Era la tercera vez que le contaba a Max lo que había pasado en mi habitación. Había decido que aquello era algo gordo y que si había corrido para contarle un sueño, no sabía cómo había esperado casi un día para contarle lo del ataque directo a mi persona. Tal vez porque ni yo misma lo había asimilado del todo. Pero ese no era el problema ahora.
-Entre por la ventana que había dejado abierta…- volví a empezar cansada, pasándome una mano por la cara, especialmente por los ojos enmarcados por medialunas negras.
No había dormido la noche anterior. Ni siquiera lo había intentado.
-No quiero oírlo otra vez.-sentenció Jane.- Cada vez que lo cuenta yo me asusto mas y mas.
Los dos la miramos, estaba fatal. Parecía no haber dormido en días. Jane era muy sensible y atenta, se había preocupado por mí desde el primer día. Y nunca la había oído quejarse, pero aquella situación la había desbordado completamente.
-Jane, podrías ir a preparar un te con pastas, por favor.- le dijo su abuelo de pronto tras un instante en el que todos estuvimos en silencio.
Jane abrió mucho los ojos al oír la frase, pero no se lo pensó dos veces y salió del salón para correr escaleras arriba.
-¿Cuándo te vas de aquí, Cristal?- me preguntó finalmente Max cuando se dejaron de oír los pequeños pasos de su nieta.
-Dentro de dos días.- afirme con rotundidad.
-Dame tu medallón.- dijo tras unos segundos de reflexión.
-¿Cómo lo hacía ese hombre?- pensé-¿Cómo conservaba la entereza? ¿Cómo podía tomar tantas decisiones?
-Puede que no me haya dado tiempo a enseñarte a hacer aquel hechizo que te dije, pero si lo encanto tu medallón creo que te protegerá de los Oscuros.- continuó mientras cogía mi colgante entre sus manos.
Cuando me lo devolvió solo me dijo una cosa.
-No te lo quites o el hechizo se romperá.
-No lo hare.- le afirme con rotundidad.
Lo mire un instante. La perla que formaba la silueta de la luna había cambiad de color ahora era de un azul intenso, oscuro. Como el mar en invierno. Levante los ojos y me lo puse al cuello, centrado sobre la clavícula y bien pegado a mi piel cómo si de esa manera no fuera a moverse.
No me despedí de Jane antes de irme. Apenas me despedía de Max.
Aunque si hubiera sabido que la próxima vez que fuera a la casa no habría nadie lo hubiera hecho. Le habría dado un abrazo a Jane, le hubiera dado las gracias a Max y sobre todo les hubiera perdido perdón. Si no hubiera sido por mi ellos hubieran podido continuar su vida allí. Pero yo lo había estropeado. Los había puesto en peligro y ahora ellos se habían tenido que irse para protegerse de algo que yo había traído. Esa idea me torturo durante un tiempo. El hecho de que yo hubiera estropeado la vida de esa familia me atormentaba. Pero con el tiempo mi cabeza se lleno de otras ideas, y como una ola que borra las pisadas en la arena quise creer que este capitulo de mi vida había quedado borrado, sepultado. No podía estar mas equivocada.
De vuelta.
Teneis que perdonarme, pero preparé este capitulo para el finde y se olvido subirlo. ^^
(Donde tendre la cabeza)
Recordar que lo de el día de publicación sigue abierto, ahora mismo hay un empate entre viernes y sabados a si que voy a poner una encuesta debajo de la foto de la cabecera. Elegir vuestro día favorito para tener un nuevo capitulo esperandoos.
Y por supuesto comentar, criticar, escupir lo que no os guste o decirme si me he saltado una tilde. Pensar que asi ganamos todos. Yo aprendo y la historia mejora.
Y sin mas dilación os dejo con.... (seguro que os habeis salado todo mi discurso)... el capitulo nº 18.
_______________________________________________________________________
-¿Puedes repetírmelo otra vez? Por favor.
Era la tercera vez que le contaba a Max lo que había pasado en mi habitación. Había decido que aquello era algo gordo y que si había corrido para contarle un sueño, no sabía cómo había esperado casi un día para contarle lo del ataque directo a mi persona. Tal vez porque ni yo misma lo había asimilado del todo. Pero ese no era el problema ahora.
-Entre por la ventana que había dejado abierta…- volví a empezar cansada, pasándome una mano por la cara, especialmente por los ojos enmarcados por medialunas negras.
No había dormido la noche anterior. Ni siquiera lo había intentado.
-No quiero oírlo otra vez.-sentenció Jane.- Cada vez que lo cuenta yo me asusto mas y mas.
Los dos la miramos, estaba fatal. Parecía no haber dormido en días. Jane era muy sensible y atenta, se había preocupado por mí desde el primer día. Y nunca la había oído quejarse, pero aquella situación la había desbordado completamente.
-Jane, podrías ir a preparar un te con pastas, por favor.- le dijo su abuelo de pronto tras un instante en el que todos estuvimos en silencio.
Jane abrió mucho los ojos al oír la frase, pero no se lo pensó dos veces y salió del salón para correr escaleras arriba.
-¿Cuándo te vas de aquí, Cristal?- me preguntó finalmente Max cuando se dejaron de oír los pequeños pasos de su nieta.
-Dentro de dos días.- afirme con rotundidad.
-Dame tu medallón.- dijo tras unos segundos de reflexión.
-¿Cómo lo hacía ese hombre?- pensé-¿Cómo conservaba la entereza? ¿Cómo podía tomar tantas decisiones?
-Puede que no me haya dado tiempo a enseñarte a hacer aquel hechizo que te dije, pero si lo encanto tu medallón creo que te protegerá de los Oscuros.- continuó mientras cogía mi colgante entre sus manos.
Cuando me lo devolvió solo me dijo una cosa.
-No te lo quites o el hechizo se romperá.
-No lo hare.- le afirme con rotundidad.
Lo mire un instante. La perla que formaba la silueta de la luna había cambiad de color ahora era de un azul intenso, oscuro. Como el mar en invierno. Levante los ojos y me lo puse al cuello, centrado sobre la clavícula y bien pegado a mi piel cómo si de esa manera no fuera a moverse.
No me despedí de Jane antes de irme. Apenas me despedía de Max.
Aunque si hubiera sabido que la próxima vez que fuera a la casa no habría nadie lo hubiera hecho. Le habría dado un abrazo a Jane, le hubiera dado las gracias a Max y sobre todo les hubiera perdido perdón. Si no hubiera sido por mi ellos hubieran podido continuar su vida allí. Pero yo lo había estropeado. Los había puesto en peligro y ahora ellos se habían tenido que irse para protegerse de algo que yo había traído. Esa idea me torturo durante un tiempo. El hecho de que yo hubiera estropeado la vida de esa familia me atormentaba. Pero con el tiempo mi cabeza se lleno de otras ideas, y como una ola que borra las pisadas en la arena quise creer que este capitulo de mi vida había quedado borrado, sepultado. No podía estar mas equivocada.
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lunes, 29 de marzo de 2010
Siento haber desaperecido sin avisar, pero es que ando liadisima. Y no puedo evitar sentirme culpable por haberos avandonado tanto tiempo.
Y por eso Cristal y yo hemos llegado a un acuerdo. Entre todos vais a elegir un día de la semana. Y ese día subire siempre un nuevo capitulo. Si puedo subire mas, pero ese día va a ser medio sagrado y salvo fuerza mayor (no tener internet) siempre habra un capitulo nuevo ese día.
Ahora solo os queda elegir. ¿Qué día quereis?
Lunes
Martes
Miercoles
Jueves
Viernes
Sabado
Domingo
Espero vuestros comentarios.
Y por eso Cristal y yo hemos llegado a un acuerdo. Entre todos vais a elegir un día de la semana. Y ese día subire siempre un nuevo capitulo. Si puedo subire mas, pero ese día va a ser medio sagrado y salvo fuerza mayor (no tener internet) siempre habra un capitulo nuevo ese día.
Ahora solo os queda elegir. ¿Qué día quereis?
Lunes
Martes
Miercoles
Jueves
Viernes
Sabado
Domingo
Espero vuestros comentarios.
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viernes, 5 de marzo de 2010
Pero ¿qué está pasando ahí afuera?
Pero ¿qué está pasando ahí afuera?
Lo siento, pero no puedo contenerme. Se que este es un blog literario destinado a contar una historia de fantasia, pero es que alguien no a exclamados los últimos días Oh dios mío!! Mientras veía las noticias.
El mundo se desmorona. ¡Si señores, se desmorona!
El terremoto de Chile ha desviado el eje de la tierra 8,8 centímetros según la nasa.
Este hecho es sobrecogedor, pero les recuerdo lo que ha ocurrido en los últimos meses.
Todo comenzó con el terremoto de Haití (aunque ya había comenzado) la tierra se movió en un seísmo que mato a tantas personas que me da vergüenza poner el numero.
Cuando la gente estaba concienciándose de que estas cosas deben evitarse otra avalancha de catástrofes naturales invadió en el planeta.
La ciclo génesis explosiva azoto Portugal aunque previamente había habido inundaciones en Andalucía y en las islas canarias. A su paso la tormenta perfecta por la península ha dejado 3 muerto y escenarios dignos de una producción americana sobre el fin del mundo. Pueden pensar que 3 muertos no es grave (díganselo a las familias de los 3 muertos), pero en Francia la misma tormenta a matado a 45 personas y no se sabe cuantos son los destrozos materiales a dejado en ambos países. En Galicia mas de mil personas se quedaron sin luz.
Cuando todo parecía volver a estabilizarse un terremoto atacaba Chile y después un tsunami. Las imágenes de saqueo y desesperación te dan ganas de apagar la tele, chillar y marcharte del planeta Tierra.
Pero esto no acaba aquí Tailandia ha sufrido un terremoto en los últimos días. Cuba y Haití se han inundado por lluvias torrenciales.
Y ahora yo le pregunto ¿les parece normal o soy yo la rara? Me siento culpable tan solo con encender el televisor a la hora de las noticias. Porque yo les propongo un reto busque una única noticia feliz que no conlleve el beneficio económico de nadie y que todo el mundo al oírla exclame ¡que buena noticia!
¿Cómo? ¿Que no la encuentran?
No me sorprende porque el mundo se ha cansado, no hay buenas noticias solo oímos desgracias. El primer mundo empieza a darle la mano al tercero, pero únicamente cuando ya es demasiado tarde para millones de personas.
Que quieren que les diga yo tengo quince años y no quiero vivir en este mundo. Un mundo en el los que puede cambiarlo no le interesa. Donde el 20% de la población tiene el dinero del 80%. Un mundo que las personas normales no cambiaremos. No erradicaremos el hambre en el mundo. No conseguiremos que los pobres dejen de ser pobres. Simplemente porque los que tienen el dinero y el poder para hacerlo nunca les dejaran a las personas normales que estas cambien el mundo.
A si que si me permiten yo ayudare en todo lo que pueda dentro de lo que me dejen las personas poderosas que son las que realmente nos controlan el planeta. Pero de mientras para no tener que mirar me refugiare en el mundo de mis libros. Un mundo donde por lo menos la realidad que vivo la elijo yo y si la historia no me gusta tan solo tengo que cerrar el libro y cambiarla por otra.
Si este mensaje les a causa conmoción felicidades sois del 2% de la población que conserva el corazón y la conciencia. Puede que las personas normales nunca cambiemos el mundo, pero no por ello vamos a dejar de intentarlo.
Atención blogueros desde aquí hago un llamamiento a todas las personas normales con corazón y conciencia. Desde aquí quiero crear el movimiento Personas normales unidas. Lo único que tenéis que hacer si queréis colaborar es escribir una entrada sobre la situación del planeta y mostrar esta foto. Puede que una persona normal no cambie el mundo, pero todas las personas normales unidas podremos hacerlo. La blogosfera es poderosa y podemos demostrar a los que mandan que las personas normales si tenemos la fuerza suficiente para cambiar las cosas.
Blog creador de las Personas normales unidas: http://elrincondelaspompaslocas.blogspot.com/2010/03/pero-que-esta-pasando-ahi-fuera.html
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miércoles, 3 de marzo de 2010
Capitulo 17: La mujer de Hielo
Mis pequeñas patitas de gorrión dejaron paso a mis deportivas nada más posarme sobre la ventana de mi habitación.
Antes de que me diera tiempo a bajarme de la cornisa un ruido me hizo tambalearme y prácticamente perder el equilibrio.
-¡Cristal es la ultima vez que te lo repito, abre inmediatamente la puerta de la habitación!- era mi prima Alicia, que golpeaba sin cesar la madera vociferando. Por el barullo que estaba montando mi abuela no debía de estar en casa. Ella jamás la dejaría chillar de esa manera.
-¡Ya voy!- le chille poniendo una mueca mientras miraba la altura que había de la cornisa al suelo. En mi forma humana la altura para estar ahí arriba de pies me parecía enorme y no quise ni pensar lo que hubiera pasado si por los gritos de Alicia habría perdido el equilibrio del todo.
Mientras un escalofrío me recorría todo el cuerpo salte al suelo y me dirigí a abrir la puerta.
Cuando pose la mano sobre el picaporte lo note extrañamente frio, una sensación de terror me recorrió de arriba a abajo. Se habían dejado de oír los gritos de Alicia y el ambiente parecía extrañamente helado como si de pronto el tiempo se hubiera detenido.
De pronto una corriente helada me erizo los pelos del cogote y pude observar con los ojos llenos de terror como mi mano se había quedado pegada al picaporte y una extraña masa de hielo subía por mi muñeca desde la punta de los dedos.
Trate de soltarme, pero no tenía fuerza como para arrancar en picaporte de la puerta. Trate de serenarme y pensar que más opciones tenía. Las ideas pasaron rápidas y borrosas por mi mente. Hasta que me detuve en una. Fuego. Trate de concentrarme. Pero estaba demasiado nerviosa. Las llamas comenzaron a salir de mis manos hasta que fundieron todo el hielo. Me gire aún con ambas manos encendidas y sin pensar que a mi espalda se encontraba ella.
Era la mujer de mi sueño, estaba parada a medio metro de mí. Una túnica gris la cubría completamente y de sus manos salía un resplandor azul.
Cuando me vio girarme clavo su mirada en mí. Sus ojos color violeta parecían completamente llenos de ira.
Adelanto un paso hacia mí obligándome a reaccionar. Sus manos pasaron veloces por donde hacia un segundo había estado mi cara clavándose contra la puerta y dejando un agujero helado en ella. Corrí en dirección a la ventana mientras ella retiraba la mano de la puerta como si la hubiera enterrado en la arena. Casi había alcanzado la cornisa cuando me agarro de la camiseta y empujándome hacía atrás me tiro al suelo. Se desplazo despacio mientras yo trataba de ponerme de pies. Pero el golpe me había dejado barrida, de un solo movimiento me había arrastrado por el suelo de toda la habitación clavándome contra la puerta. En cuanto estuvo a un paso de mi me cogió de la camiseta con una mano y me alzo clavándome contra la puerta.
Por un instante sus ojos se cruzaron con los míos y no pude comprender la ira y satisfacción que revelaban, que le había hecho yo a esa mujer. En ese momento una sonrisa que me hizo estremecerme se pinto en la cara de ella mientras alzaba el brazo que tenía libre. Yo instintivamente me cubrí la cara con brazos.
Al principio no entendí lo que había pasado. De pronto yo volvía a estar en el suelo. La extraña mujer había comenzado a chillar y me había soltado. No fue hasta que vi el fuego que la envolvía que lo comprendí todo. Mis manos seguían encendidas cuando las había alzado para protegerme la cara y de algún modo la había prendido fuego a ella.
Me puse de pies mientras veía que el fuego que la envolvía se extinguía a cada segundo que pasaba. De pronto ella se volvió iracunda para mirarme y un grito casi se me escapa de la boca. Se había quemado completamente, su piel se había carbonizado y había algunas zonas donde se le podían ver los huesos de la cara. Una arcada me subió por la garganta. ¿Cómo podía seguir viva? Pero con cada paso que avanzaba hacía mi lo comprendí. Su piel iba regenerándose a cada segundo que pasaba, su pelo recobraba el color, incluso las pecas volvían a pintarse en su cara. En tan solo en medio minuto todo rastro de fuego había quedado borrado de su ser. Di un paso instintivamente hacía atrás al ver que seguía avanzando, pero choque con la pared. Ahora sabía como combatirla, que podía usar el fuego de mis manos, pero debía pensar rápido. Caminé de espaldas girando hacía la izquierda, así ganaría medio metro mientras ella se movía lentamente hacia mi. No parecía tener ninguna prisa en llegar hasta mi lo cual me vino muy bien, pues cuando se posiciono delante mío yo ya había conseguido mi propósito. Con una sonrisa picara alce las manos dejando al descubierto una enorme bola de fuego que había creado mientras ella avanzaba. Con un sencillo movimiento se la arroje como si se tratara de un balón y me agache justo antes de ver como el miedo se apoderaba de su rostro y el fuego la atrapaba a ella completamente. No le dio tiempo a reaccionar seguramente sabía como defenderse de mi ataque, pero le pillo completamente desprevenida. Tras medio minuto me puse de pies y mire con un poco de recelo. La explosión no había hecho estragos en la habitación, pero ella había desaparecido.
Me acerque lentamente al lugar donde había estado por ultima vez, tan solo quedaba una mancha negra en el suelo y ni el menor signo de a donde había ido. Suspiré aliviada cuando el calor de verano caldeó de nuevo la habitación y los golpes de Alicia volvieron a oírse en la puerta. Me gire y la abrí de golpe. La cara que debía de tener la asusto y corrió al salón. Seguramente pensó que tenía esa expresión porque ella me había hecho enfadar, pero lo que realmente me había dejado así era algo que nunca había sucedido en realidad. Todo lo que había sucedido dentro de esa habitación había transcurrido mientras el tiempo había estado congelado. En el cambio de entre dos segundos. Un tiempo que no había existido en el que casi me matan y el que tal vez yo había matado a alguien. Rápidamente quite esa idea de mi cabeza ella no había muerto sino desaparecido, había huido como había llegado. Cerré la puerta tras de mi y me dirigí a al cuarto de baño. Necesitaba una ducha y olvidarme de todo lo que había pasado.
Antes de que me diera tiempo a bajarme de la cornisa un ruido me hizo tambalearme y prácticamente perder el equilibrio.
-¡Cristal es la ultima vez que te lo repito, abre inmediatamente la puerta de la habitación!- era mi prima Alicia, que golpeaba sin cesar la madera vociferando. Por el barullo que estaba montando mi abuela no debía de estar en casa. Ella jamás la dejaría chillar de esa manera.
-¡Ya voy!- le chille poniendo una mueca mientras miraba la altura que había de la cornisa al suelo. En mi forma humana la altura para estar ahí arriba de pies me parecía enorme y no quise ni pensar lo que hubiera pasado si por los gritos de Alicia habría perdido el equilibrio del todo.
Mientras un escalofrío me recorría todo el cuerpo salte al suelo y me dirigí a abrir la puerta.
Cuando pose la mano sobre el picaporte lo note extrañamente frio, una sensación de terror me recorrió de arriba a abajo. Se habían dejado de oír los gritos de Alicia y el ambiente parecía extrañamente helado como si de pronto el tiempo se hubiera detenido.
De pronto una corriente helada me erizo los pelos del cogote y pude observar con los ojos llenos de terror como mi mano se había quedado pegada al picaporte y una extraña masa de hielo subía por mi muñeca desde la punta de los dedos.
Trate de soltarme, pero no tenía fuerza como para arrancar en picaporte de la puerta. Trate de serenarme y pensar que más opciones tenía. Las ideas pasaron rápidas y borrosas por mi mente. Hasta que me detuve en una. Fuego. Trate de concentrarme. Pero estaba demasiado nerviosa. Las llamas comenzaron a salir de mis manos hasta que fundieron todo el hielo. Me gire aún con ambas manos encendidas y sin pensar que a mi espalda se encontraba ella.
Era la mujer de mi sueño, estaba parada a medio metro de mí. Una túnica gris la cubría completamente y de sus manos salía un resplandor azul.
Cuando me vio girarme clavo su mirada en mí. Sus ojos color violeta parecían completamente llenos de ira.
Adelanto un paso hacia mí obligándome a reaccionar. Sus manos pasaron veloces por donde hacia un segundo había estado mi cara clavándose contra la puerta y dejando un agujero helado en ella. Corrí en dirección a la ventana mientras ella retiraba la mano de la puerta como si la hubiera enterrado en la arena. Casi había alcanzado la cornisa cuando me agarro de la camiseta y empujándome hacía atrás me tiro al suelo. Se desplazo despacio mientras yo trataba de ponerme de pies. Pero el golpe me había dejado barrida, de un solo movimiento me había arrastrado por el suelo de toda la habitación clavándome contra la puerta. En cuanto estuvo a un paso de mi me cogió de la camiseta con una mano y me alzo clavándome contra la puerta.
Por un instante sus ojos se cruzaron con los míos y no pude comprender la ira y satisfacción que revelaban, que le había hecho yo a esa mujer. En ese momento una sonrisa que me hizo estremecerme se pinto en la cara de ella mientras alzaba el brazo que tenía libre. Yo instintivamente me cubrí la cara con brazos.
Al principio no entendí lo que había pasado. De pronto yo volvía a estar en el suelo. La extraña mujer había comenzado a chillar y me había soltado. No fue hasta que vi el fuego que la envolvía que lo comprendí todo. Mis manos seguían encendidas cuando las había alzado para protegerme la cara y de algún modo la había prendido fuego a ella.
Me puse de pies mientras veía que el fuego que la envolvía se extinguía a cada segundo que pasaba. De pronto ella se volvió iracunda para mirarme y un grito casi se me escapa de la boca. Se había quemado completamente, su piel se había carbonizado y había algunas zonas donde se le podían ver los huesos de la cara. Una arcada me subió por la garganta. ¿Cómo podía seguir viva? Pero con cada paso que avanzaba hacía mi lo comprendí. Su piel iba regenerándose a cada segundo que pasaba, su pelo recobraba el color, incluso las pecas volvían a pintarse en su cara. En tan solo en medio minuto todo rastro de fuego había quedado borrado de su ser. Di un paso instintivamente hacía atrás al ver que seguía avanzando, pero choque con la pared. Ahora sabía como combatirla, que podía usar el fuego de mis manos, pero debía pensar rápido. Caminé de espaldas girando hacía la izquierda, así ganaría medio metro mientras ella se movía lentamente hacia mi. No parecía tener ninguna prisa en llegar hasta mi lo cual me vino muy bien, pues cuando se posiciono delante mío yo ya había conseguido mi propósito. Con una sonrisa picara alce las manos dejando al descubierto una enorme bola de fuego que había creado mientras ella avanzaba. Con un sencillo movimiento se la arroje como si se tratara de un balón y me agache justo antes de ver como el miedo se apoderaba de su rostro y el fuego la atrapaba a ella completamente. No le dio tiempo a reaccionar seguramente sabía como defenderse de mi ataque, pero le pillo completamente desprevenida. Tras medio minuto me puse de pies y mire con un poco de recelo. La explosión no había hecho estragos en la habitación, pero ella había desaparecido.
Me acerque lentamente al lugar donde había estado por ultima vez, tan solo quedaba una mancha negra en el suelo y ni el menor signo de a donde había ido. Suspiré aliviada cuando el calor de verano caldeó de nuevo la habitación y los golpes de Alicia volvieron a oírse en la puerta. Me gire y la abrí de golpe. La cara que debía de tener la asusto y corrió al salón. Seguramente pensó que tenía esa expresión porque ella me había hecho enfadar, pero lo que realmente me había dejado así era algo que nunca había sucedido en realidad. Todo lo que había sucedido dentro de esa habitación había transcurrido mientras el tiempo había estado congelado. En el cambio de entre dos segundos. Un tiempo que no había existido en el que casi me matan y el que tal vez yo había matado a alguien. Rápidamente quite esa idea de mi cabeza ella no había muerto sino desaparecido, había huido como había llegado. Cerré la puerta tras de mi y me dirigí a al cuarto de baño. Necesitaba una ducha y olvidarme de todo lo que había pasado.
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sábado, 27 de febrero de 2010
Mirar debajo de la foto del titulo =)
Acabo de añadir unas pestallas justo debajo de la imagen de titulo creando nuevos apartados en blog como Personajes y Sobre mi.
En el primero hay una descripción breve de los personajes de la historia que se ira actualizando segun esta avance; no queremos revear los secretos que nos depara el futuro de Cristal tan rapido. ;) guiño de misterio XD
Y el segundo es un conjunto de desvarios que trataban de describirme a mi misma espero que lo comprendais y que os sirva la información tanto como para comprender la historia como para comprenderme a mi.
=) un saludo
En el primero hay una descripción breve de los personajes de la historia que se ira actualizando segun esta avance; no queremos revear los secretos que nos depara el futuro de Cristal tan rapido. ;) guiño de misterio XD
Y el segundo es un conjunto de desvarios que trataban de describirme a mi misma espero que lo comprendais y que os sirva la información tanto como para comprender la historia como para comprenderme a mi.
=) un saludo
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domingo, 21 de febrero de 2010
Capitulo 16: ¿Dónde está el hermano de Jane?
Jane no es que estuviera nerviosa, es que le iba a dar un ataque. Mientras yo estaba sentada en el brazo del sofá, ella no hacía más que dar vueltas de un lado para otro de la habitación. Me mordí el labio inferior de impotencia al verla tan mal. No sabía como consolarla, no conocía a su hermano y por tanto no podía decirle que solamente habría salido a dar una vuelta con sus amigos o que a lo mejor le había llamado su novia o que simplemente le había apetecido salir a jugar un poco al baloncesto. Pero yo no sabía si su hermano tenía novia, ni si quiera si tenía amigos y mucho menos si le gustaba el baloncesto. Entonces como iba a tranquilizarla.
-¿Crees que estará bien?- me pregunto Jane sin para de moverse.
-Por supuesto que si simplemente habrá salido a dar una vuelta ¿hace cuanto que no salís de casa?- trate de tranquilizarla yo.
-Sin avisar, sin dejar una nota siquiera.- me contradijo ella.
-Tal vez pensó que volvería antes de que os darías cuenta.- le dije yo.
Mi cerebro trabaja a cien por hora para inventarme respuestas a todos los comentarios pesimistas que hacía Jane.
-¿Y si le a pasado algo malo?- me pregunto ella mordiéndose el labio inferior.
-Que puede haberle pasado.- me arrepentí al instante de pronunciar esas palabra, pues todas las imágenes de los ataque que había sufrido desde que había llegado al pueblo vinieron a mi mente.
Y al ver con la cara con la que me miraba Jane pude comprobar que ella también estaba pensando en algo parecido.
-Seguro que está bien.-le dije poco convencida como si ahora yo también tuviera que convencerme de ello.
De pronto la alarma de mi móvil comenzó a sonar y las dos nos llevamos un gran susto.
-Es mi móvil- le dije mientras retrasaba la alarma otros quince minutos.- había puesto una alarma para irme a casa y no se dieran cuenta de que había desaparecido.
-¿Te tienes que ir ya?- me preguntó con la suplica grabada en la mirada.
-No.-le conteste tras respirar hondo.- me quedare un poco mas.
-Gracias.- me agradeció ella.
Permanecimos en un silencio sepulcral durante media hora. Ese silencio solo se corto por los rápidos pasos de Jane que cruzaban la habitación de un lado a otro y la alarma de mi móvil que sonó varias veces en ese tiempo.
Otro sonido cortó el silencio de pronto haciendo que Jane se moviera a gran velocidad, era el teléfono. Jane corrió a contestar antes de que yo me diera cuenta siquiera de que estaba sonando.
-¿Si?- preguntó esperanzada.
Los segundos pasaron despacio mientras Jane escuchaba atentamente lo que le decían.
-Está bien.- dijo finalmente.- no tardéis mucho en regresar a casa.
-¿Quién era?- le pregunte yo en cuanto deposito el teléfono de nuevo en la mesa.
-Era mi abuelo.- contesto con una sonrisa.- ha encontrado a mi hermano en el puerto sentado en un banco mirando el mar.
-Lo ves tonta.- no pude evitar levantarme a darle un abrazo.
-No sabes cuanto te agradezco que te hayas quedado conmigo, Cristal.- me agradeció con una sonrisa.
-Siento cortar este momento tan tierno.- le dije yo un poco avergonzada.- pero si no te importa, me tengo que ir a casa.
-No te preocupes ahora ya se que todo está bien me quedo tranquila.- me tranquilizo ella.
Me acompaño hasta la puerta y una vez allí cada una se absorbió en sus pensamientos. Jane en el porque de que su hermano se hubiera ido de casa sin avisar y yo en el deseo de que nadie hubiera notado mi ausencia.
-¿Crees que estará bien?- me pregunto Jane sin para de moverse.
-Por supuesto que si simplemente habrá salido a dar una vuelta ¿hace cuanto que no salís de casa?- trate de tranquilizarla yo.
-Sin avisar, sin dejar una nota siquiera.- me contradijo ella.
-Tal vez pensó que volvería antes de que os darías cuenta.- le dije yo.
Mi cerebro trabaja a cien por hora para inventarme respuestas a todos los comentarios pesimistas que hacía Jane.
-¿Y si le a pasado algo malo?- me pregunto ella mordiéndose el labio inferior.
-Que puede haberle pasado.- me arrepentí al instante de pronunciar esas palabra, pues todas las imágenes de los ataque que había sufrido desde que había llegado al pueblo vinieron a mi mente.
Y al ver con la cara con la que me miraba Jane pude comprobar que ella también estaba pensando en algo parecido.
-Seguro que está bien.-le dije poco convencida como si ahora yo también tuviera que convencerme de ello.
De pronto la alarma de mi móvil comenzó a sonar y las dos nos llevamos un gran susto.
-Es mi móvil- le dije mientras retrasaba la alarma otros quince minutos.- había puesto una alarma para irme a casa y no se dieran cuenta de que había desaparecido.
-¿Te tienes que ir ya?- me preguntó con la suplica grabada en la mirada.
-No.-le conteste tras respirar hondo.- me quedare un poco mas.
-Gracias.- me agradeció ella.
Permanecimos en un silencio sepulcral durante media hora. Ese silencio solo se corto por los rápidos pasos de Jane que cruzaban la habitación de un lado a otro y la alarma de mi móvil que sonó varias veces en ese tiempo.
Otro sonido cortó el silencio de pronto haciendo que Jane se moviera a gran velocidad, era el teléfono. Jane corrió a contestar antes de que yo me diera cuenta siquiera de que estaba sonando.
-¿Si?- preguntó esperanzada.
Los segundos pasaron despacio mientras Jane escuchaba atentamente lo que le decían.
-Está bien.- dijo finalmente.- no tardéis mucho en regresar a casa.
-¿Quién era?- le pregunte yo en cuanto deposito el teléfono de nuevo en la mesa.
-Era mi abuelo.- contesto con una sonrisa.- ha encontrado a mi hermano en el puerto sentado en un banco mirando el mar.
-Lo ves tonta.- no pude evitar levantarme a darle un abrazo.
-No sabes cuanto te agradezco que te hayas quedado conmigo, Cristal.- me agradeció con una sonrisa.
-Siento cortar este momento tan tierno.- le dije yo un poco avergonzada.- pero si no te importa, me tengo que ir a casa.
-No te preocupes ahora ya se que todo está bien me quedo tranquila.- me tranquilizo ella.
Me acompaño hasta la puerta y una vez allí cada una se absorbió en sus pensamientos. Jane en el porque de que su hermano se hubiera ido de casa sin avisar y yo en el deseo de que nadie hubiera notado mi ausencia.
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viernes, 19 de febrero de 2010
Capitulo 15: Y ahora… ¿Cómo entro?
Cuando por fin apareció mi objetivo empecé a descender. La velocidad que llegue a alcanzar me asusto un poco. Pensé que me daría contra el suelo si no frenaba, pero cuando estaba a tan solo a medio metro mi cuerpo hizo una curva y me quede parada en el aire. Entonces mi preocupación paso a ser otra, como entrar en la casa. Trate de volver a ser yo, pero me había puesto demasiado nerviosa y no fui capaz. Comencé a dar vueltas alrededor de la casa aterrada hasta que vi una ventana abierta.
Mi salvación.- fue lo único que se me paso por la cabeza.
Mi dirigí rápidamente hacía ella y pasé por debajo de la ventana medio abierta. Era la habitación de un adolescente, seguramente del hermano de Jane puesto que la decoración que tenía era de todo menos femenina.
Salté de la ventana y cruce toda la habitación para colarme por la rendija de la puerta. No sabía hacía donde tenía que dirigirme ahora. Ese era el segundo piso y yo solamente había estado en el primero y en el taller mágico como le gustaba llamarlo a Jane. Así que me dejé guiar por el olor. No sabía donde exactamente, pero había alguien comiendo galletas y bebiendo café así que esa fue mi meta. Cruce todo el pasillo y baje las escaleras siguiendo el olor y finalmente llegue al gran salón. Allí me esperaban Jane y Max un tanto apurados, supongo que estarían esperando a que llegara. Me pose sobre la mesa y con un piido me hice notar, los dos me miraron perplejos y ya relajada resople. Sin darme cuenta me había vuelto a transformar y casi rompo la mesa al hacerlo.
-¿Pero como…?-exclamó Jane perpleja.
-La verdad es que yo tampoco lo entiendo demasiado.-empecé a explicarme yo.- tenía que escaparme de casa para venir y supongo que era la única solución.
-Me alegra saber que vas dominando tus poderes cada vez mas eso nos ayudara a agilizar las cosas.- me dijo Max.
-La verdad es que mucho tiempo no tengo a si que cuanto más rápido mejor.- comente yo con una sonrisa torcida. No sabía cuanto tiempo tardaría mi prima en aburrirse y querer entrar a la habitación.
-Pero por donde has entrado.- Jane seguía confundida, pero no la culpe por ello si hace dos meses un pájaro se hubiese convertido en una persona encima de la mesa de mi salita tendrían que haberme encerrado en un siquiátrico.
-Por la habitación de tu hermano.- le contesté mientras ponía la alarma en el móvil para que no me volvieran a pillar en casa desprevenida.
-¿Por la habitación de mi hermano?- ahora si que estaba confusa.
-Si, tenía la ventana abierta.- sus caras empezaron a mostrar una gran confusión que me hizo preguntar.- ¿Ocurre algo?
-No es solo que me sorprende que no se haya extrañado de que un pájaro entrara en su habitación.- dijo Jane cada vez mas confundida.
-Dudo que extrañara porque no está en su habitación.- dije yo oliéndome un poco que Jane y su abuelo no sabían que él no estaba allí.
-¡Que no esta en su habitación!- exclamo Jane mientras corría escaleras arriba.
-¿Ocurre algo?- volví a preguntar al contemplar la reacción de ambos. Max se puso realmente inquieto y salió también de la habitación y comenzó a registrar todo el piso de abajo. Consiguieron que yo también me inquietase y me acerque a la puerta de la sala.
-No está en el piso de arriba.- chilló Jane bastante alterada mientras bajaba las escaleras para encontrarse conmigo.
-En el de abajo tampoco está.- añadió Max intentando parecer sereno.
-¿Y en el taller?- pregunto Jane con un tono de esperanza en la voz.
-Ya lo he mirado.- dijo su abuelo derrotado.
-¿No sabíais que no estaba?- pregunte yo intentando conseguir un explicación, porque con la cara que tenían ambos estaba claro que no lo sabían.
-No, por supuesto que no.- exclamo Max un tanto alterado.- Jane y él tienen prohibido salir de casa desde que confirmaste que los rastreadores se habían acercado al pueblo.
-Es por el hechizo.- intento explicarse Jane.
-¿Qué hechizo?- me interese yo.
-El que te iba a enseñar a hacer esta tarde, el de camuflaje. Tiene protegida la casa, pero una vez que sales de ella eres vulnerable.- Era la primera vez que veía gesticular a Max.
-¿Vulnerable?- no entendía nada.
-El hechizo hace que toda la magia que sucede dentro de esta casa sea invisible para el don de la Visión y que nosotros mismos lo seamos para el de rastreo, pero una vez fuera no funciona. No sirve de nada.- esta vez era Jane la que trataba de explicármelo.
-Por eso les dije que no saldrían de casa.- continuó Max.- Lo siento Cristal, pero hoy no habrá clase de magia, tengo que ir a buscar a tu hermano.- añadió mirando a Jane.
-Faltaría más. ¿Queréis que me vaya?- pregunte yo.
- No.- exclamó Jane.- no me dejes sola.
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miércoles, 17 de febrero de 2010
Capitulo 14: A vista de pájaro
Mire impaciente el reloj. Las cinco y media. Tenía que salir de casa, pero como castigo por el susto de esta mañana mi abuela me había dicho que si volvía a salir con la amiga esa que me había echado tenía que venir Alicia conmigo. Y a pesar de que mi abuela llevaba desde que había finalizado la comida mas dormida que un lirón en el sofá, Alicia no me quitaba el ojo de encima. Estaba deseando que hiciera el menor movimiento para despertar a mi abuela y pegárseme como una lapa.
-¿A dónde vas?- me pregunto mientras me levantaba del sofá.
-A la habitación.- le conteste yo rápidamente.- Y no puedes venir.- añadí antes de que pudiera decir nada.
Entré por la puerta mirando el reloj de nuevo y resople ruidosamente, necesitaba salir de allí cuanto antes y llevarme a Alicia no era una opción. Me tiré derrotada en la cama y mientras me devanaba los sesos pensando como iba a salir de allí vi la esquina de la carpeta azul sobresaliendo debajo del colchón. Me senté rápidamente y extraje la carpeta, si había una manera de salir de esa casa sin que nadie se enterara estaba escrita ahí dentro. Comencé a pasar las hojas sin saber bien lo que estaba buscando hasta que una llamo mi atención El poder de la mariposa. Leí rápidamente lo que decía y descarte la opción. A pesar de que era valida para salir de casa al adosar dos alas de mariposa a mi espalda y salir volando solo conseguiría formar una situación como la de “mira allí en el cielo ¿es un avión? No. ¿Es un pájaro? No. Es una idiota que está a punto de matarse” y precisamente eso me daba mucho respeto y si algo salía mal y me caía. Ufffff, quita quita.
Continué pasando hojas buscando una idea mejor y cuando pensaba que El poder de la Mariposa sería la única opción para salir de casa otro nombre apareció ante mis ojos. El poder de Transformación. No me interese en leer por no saber de que se trataba, el nombre lo dejaba bastante clarito, pero lo que me interesaba realmente era saber como utilizarlo.
El poder de Transformación:
Los mágicos que quieren dominar este poder deben dejar su mente en blanco. Desconectar completamente del mundo exterior y visualizar el ser en el que quieren transformarse. Dejar su cuerpo y meterse en el que hay en su mente.
-Perfecto.- pensé.- estaba mucho más relajada antes de leer todo esto.
Abrí la ventana de la habitación y cerré el pestillo de la puerta. No quería que Alicia viera que había desaparecido y mucho menos tener que devanarme la cabeza una vez trasformada para abrir la ventana. Mi único modo de contactar con la libertad.
Intente relajarme como ponía en el papel y no pude evitar pensar que tenía que haber acompañado a Esther a sus clases de yoga. Cuando estuve un poco mas tranquila pase a visualizar un pequeño gorrión, algo que no llamaría la atención en absoluto en el cielo de un pueblo. A medida que más me concentraba en el gorrión mas visibles eran los pequeños detalles, las manchas del pico, la esponjosidad de las plumas… Y cuanto más visibles eran los detalles mas ligera me sentía. Tan ligera que podía fundirme con el viento, pero lo suficiente mente fuerte como para elegir yo el destino.
Y antes de que me diera cuenta no media mas de 20 centímetros y tenía un par alas marrones llenas de motas a la espalda. Di un pequeño saltito y con un pequeño impulso me alcé en el aire.
Al principio me quede parada en mitad de la habitación aleteando. No tenía ni idea de si sabría controlarlo a si que decidí hacer primero un pequeño tramo hasta la ventana. Me pose sobre la cornisa e instintivamente mire hacia abajo con gran temor. La distancia de dos pisos me pareció enorme, pero no me mareé, ni siquiera dude un momento antes de saltar y emprender el vuelo de nuevo. Después de todo donde se ha visto que un pájaro tenga vértigo. Un animal que esta hecho para vivir en el cielo, a grandes alturas.
El cielo, eso era precisamente lo que yo estaba surcando en ese momento para llegar hasta casa de Jane. El mundo se ve tan diferente desde ahí arriba, las nubes no parecen de algodón y las personas son tan insignificantes. Lo único verdaderamente grande es la naturaleza la cual lo rodea todo. Y el mar. Siempre me había apasionado, lo había considerado algo increíble a lo que hay que respetar. Pero cuando no mides ni 20 centímetros todo es tan diferente. Te sientes en armonía con el mundo y sin duda ves las cosas desde otra perspectiva.
-¿A dónde vas?- me pregunto mientras me levantaba del sofá.
-A la habitación.- le conteste yo rápidamente.- Y no puedes venir.- añadí antes de que pudiera decir nada.
Entré por la puerta mirando el reloj de nuevo y resople ruidosamente, necesitaba salir de allí cuanto antes y llevarme a Alicia no era una opción. Me tiré derrotada en la cama y mientras me devanaba los sesos pensando como iba a salir de allí vi la esquina de la carpeta azul sobresaliendo debajo del colchón. Me senté rápidamente y extraje la carpeta, si había una manera de salir de esa casa sin que nadie se enterara estaba escrita ahí dentro. Comencé a pasar las hojas sin saber bien lo que estaba buscando hasta que una llamo mi atención El poder de la mariposa. Leí rápidamente lo que decía y descarte la opción. A pesar de que era valida para salir de casa al adosar dos alas de mariposa a mi espalda y salir volando solo conseguiría formar una situación como la de “mira allí en el cielo ¿es un avión? No. ¿Es un pájaro? No. Es una idiota que está a punto de matarse” y precisamente eso me daba mucho respeto y si algo salía mal y me caía. Ufffff, quita quita.
Continué pasando hojas buscando una idea mejor y cuando pensaba que El poder de la Mariposa sería la única opción para salir de casa otro nombre apareció ante mis ojos. El poder de Transformación. No me interese en leer por no saber de que se trataba, el nombre lo dejaba bastante clarito, pero lo que me interesaba realmente era saber como utilizarlo.
El poder de Transformación:
Los mágicos que quieren dominar este poder deben dejar su mente en blanco. Desconectar completamente del mundo exterior y visualizar el ser en el que quieren transformarse. Dejar su cuerpo y meterse en el que hay en su mente.
-Perfecto.- pensé.- estaba mucho más relajada antes de leer todo esto.
Abrí la ventana de la habitación y cerré el pestillo de la puerta. No quería que Alicia viera que había desaparecido y mucho menos tener que devanarme la cabeza una vez trasformada para abrir la ventana. Mi único modo de contactar con la libertad.
Intente relajarme como ponía en el papel y no pude evitar pensar que tenía que haber acompañado a Esther a sus clases de yoga. Cuando estuve un poco mas tranquila pase a visualizar un pequeño gorrión, algo que no llamaría la atención en absoluto en el cielo de un pueblo. A medida que más me concentraba en el gorrión mas visibles eran los pequeños detalles, las manchas del pico, la esponjosidad de las plumas… Y cuanto más visibles eran los detalles mas ligera me sentía. Tan ligera que podía fundirme con el viento, pero lo suficiente mente fuerte como para elegir yo el destino.
Y antes de que me diera cuenta no media mas de 20 centímetros y tenía un par alas marrones llenas de motas a la espalda. Di un pequeño saltito y con un pequeño impulso me alcé en el aire.
Al principio me quede parada en mitad de la habitación aleteando. No tenía ni idea de si sabría controlarlo a si que decidí hacer primero un pequeño tramo hasta la ventana. Me pose sobre la cornisa e instintivamente mire hacia abajo con gran temor. La distancia de dos pisos me pareció enorme, pero no me mareé, ni siquiera dude un momento antes de saltar y emprender el vuelo de nuevo. Después de todo donde se ha visto que un pájaro tenga vértigo. Un animal que esta hecho para vivir en el cielo, a grandes alturas.
El cielo, eso era precisamente lo que yo estaba surcando en ese momento para llegar hasta casa de Jane. El mundo se ve tan diferente desde ahí arriba, las nubes no parecen de algodón y las personas son tan insignificantes. Lo único verdaderamente grande es la naturaleza la cual lo rodea todo. Y el mar. Siempre me había apasionado, lo había considerado algo increíble a lo que hay que respetar. Pero cuando no mides ni 20 centímetros todo es tan diferente. Te sientes en armonía con el mundo y sin duda ves las cosas desde otra perspectiva.
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domingo, 7 de febrero de 2010
Capirulo 13: El Don de la Visión
Los primeros rayos de luz de la mañana traspasaban la ventana, la habitación estaba sumida en el silencio, Alicia dormía profundamente y yo me acababa de despertar.
La cabeza me daba vueltas y cuando me incorpore para mirar que hora era, las imágenes de mi sueño volvieron a mi mente. La habitación fría, la mujer encapuchada, el reloj de arena… Todo volvió de pronto a mi cabeza provocando una profunda migraña. Era la primera vez desde que tenía seis años que yo no aparecía en uno de mis sueños.
El reloj que había dejado sobre la mesilla marcaba las siete y media, no me lo pensé dos veces y me levanté. Salí de la habitación intentando hacer el menor ruido posible.
Por suerte no había nadie despierto todavía, pero sabía de sobra que eso no duraría mucho. Tenía como máximo hora y media antes de que alguien notase mi ausencia. Cogí unas galletas y una vez vestida salí de casa.
Acelere el paso, no quería que Alicia se despertara de repente con ganas de ir al baño y se diera cuenta de que no estaba. No podía creerme que estuviera corriendo a casa de Jane a las ocho menos veinte de la mañana para contarle que había tenido un sueño extraño, pero es que tenía algo que me hacía temblar.
Cuando toque el timbre, Max me abrió la puerta un tanto sorprendido por verme allí a esas horas y no me extraño. Le conté lo que había visto, lo siniestro del lugar y la sensación con la que me había despertado.
-El don de la Visión.- dijo seriamente después un silencio.
-¿Qué es eso?- le pregunte yo un tanto alterada.
-No te has leído todas las hojas que te di, por lo que veo.- añadió el mientras se levantaba a buscar algo.
Volvió enseguida con uno de sus libros escritos a mano.
-Aquí lo tienes.-me dijo mientras me entregaba el libro señalándome una pagina.
-El don de la Visión.- comencé a leer en voz alta.- Se trata de un poder extraño y poco común que se caracteriza entre diversas cosas por las premoniciones. ¿Cómo que entre diversas cosas?-le pregunte un tanto confusa.
-Se refiere a que puede que te otorgue mas cosas, como poder ver de la gente mas de lo que hay a simple vista.-me contesto mientras recuperaba su libro de entre mis manos.
- ¿Te refieres a su alma?-le pregunte un tanto confundida.
-No especialmente su alma, pero si saber que alguien es especial.- me corrigió él.
-Como Jane.- añadí sin darme cuenta al recordar esa especie de aura que la envolvía.
-Volviendo a tu sueño.- encauzo el tema de nuevo como si lo demás no importase.- Creo que hablaban de ti y por eso lo has visto.
-Ya había llegado a esa conclusión, pero pensaba que era una locura.- le dije como si me acabara de confirmar la peor noticia del mundo.
-Creo que sigues viendo el mundo de una manera demasiado científica y respecto a lo que comentaban de ya te tenían localizada, lo mejor será que aprendas a hacer un hechizo de invisibilidad mágica.
-¿Qué es eso?- me ponía muy nerviosa cuando olvidaba que hasta hace dos días lo más mágico que había en mi vida era Harry Potter.
-Es un escudo que hace que parezcas una persona normal ante el don de la Visión y el de Rastreo. Lo mejor será que vengas esta tarde y empecemos a prepararlo.
De pronto el reloj de cuco que había sombre la chimenea empezó a decir que eran las nueve.
Me puse de pies de un salto y corrí hacia la puerta mientras que por mi cabeza pasaba una única cosa.
-Dios mío, como puede pasar el tiempo tan deprisa, en mi casa la gente ya habrá comenzado a despertarse.
Ni siquiera oí lo que me dijo Max para despedirse. Corrí a grandes zancadas la distancia que había hasta mi casa, que no era poca.
Cuando entre al portal heche una mirada nerviosa al reloj, las nueve y cuarto. Todos estarían levantados. La única que sigue en la cama para esas horas normalmente soy yo. Subí las escaleras intentado hacer en menor ruido posible y cuando abrí la puerta me encontré a mi abuela al otro lado dando vueltas impacientes de un lado a otro.
-¿Dónde te habías metido jovencita, sabes acaso el susto que me has dado?- estaba realmente enfadada trague saliva y como había ensayado durante el camino dije.
-Lo siento debería haber dejado una nota, pero me levante pronto y se me ocurrió que a lo mejor os apetecía desayunar unos bollos recién hechos.- y nada mas decir esto saque la bolsa de papel que tenía escondida a mi espalda.- Me perdonas si te digo que son rellenos de mantequilla.-Añadí con una sonrisa.
Por suerte mi abuela se lo creyó y después de un simple “podrías haber dejado una nota para no darle estos sustos a tu vieja abuela” el tema quedo zanjado. A partir de ahora será mejor que me ponga una alarma antes de ir a casa de Jane porque el pobre reloj de cuco y el poco dinero que lleve en los bolsillos no van a poder salvarme de más aprietos.
La cabeza me daba vueltas y cuando me incorpore para mirar que hora era, las imágenes de mi sueño volvieron a mi mente. La habitación fría, la mujer encapuchada, el reloj de arena… Todo volvió de pronto a mi cabeza provocando una profunda migraña. Era la primera vez desde que tenía seis años que yo no aparecía en uno de mis sueños.
El reloj que había dejado sobre la mesilla marcaba las siete y media, no me lo pensé dos veces y me levanté. Salí de la habitación intentando hacer el menor ruido posible.
Por suerte no había nadie despierto todavía, pero sabía de sobra que eso no duraría mucho. Tenía como máximo hora y media antes de que alguien notase mi ausencia. Cogí unas galletas y una vez vestida salí de casa.
Acelere el paso, no quería que Alicia se despertara de repente con ganas de ir al baño y se diera cuenta de que no estaba. No podía creerme que estuviera corriendo a casa de Jane a las ocho menos veinte de la mañana para contarle que había tenido un sueño extraño, pero es que tenía algo que me hacía temblar.
Cuando toque el timbre, Max me abrió la puerta un tanto sorprendido por verme allí a esas horas y no me extraño. Le conté lo que había visto, lo siniestro del lugar y la sensación con la que me había despertado.
-El don de la Visión.- dijo seriamente después un silencio.
-¿Qué es eso?- le pregunte yo un tanto alterada.
-No te has leído todas las hojas que te di, por lo que veo.- añadió el mientras se levantaba a buscar algo.
Volvió enseguida con uno de sus libros escritos a mano.
-Aquí lo tienes.-me dijo mientras me entregaba el libro señalándome una pagina.
-El don de la Visión.- comencé a leer en voz alta.- Se trata de un poder extraño y poco común que se caracteriza entre diversas cosas por las premoniciones. ¿Cómo que entre diversas cosas?-le pregunte un tanto confusa.
-Se refiere a que puede que te otorgue mas cosas, como poder ver de la gente mas de lo que hay a simple vista.-me contesto mientras recuperaba su libro de entre mis manos.
- ¿Te refieres a su alma?-le pregunte un tanto confundida.
-No especialmente su alma, pero si saber que alguien es especial.- me corrigió él.
-Como Jane.- añadí sin darme cuenta al recordar esa especie de aura que la envolvía.
-Volviendo a tu sueño.- encauzo el tema de nuevo como si lo demás no importase.- Creo que hablaban de ti y por eso lo has visto.
-Ya había llegado a esa conclusión, pero pensaba que era una locura.- le dije como si me acabara de confirmar la peor noticia del mundo.
-Creo que sigues viendo el mundo de una manera demasiado científica y respecto a lo que comentaban de ya te tenían localizada, lo mejor será que aprendas a hacer un hechizo de invisibilidad mágica.
-¿Qué es eso?- me ponía muy nerviosa cuando olvidaba que hasta hace dos días lo más mágico que había en mi vida era Harry Potter.
-Es un escudo que hace que parezcas una persona normal ante el don de la Visión y el de Rastreo. Lo mejor será que vengas esta tarde y empecemos a prepararlo.
De pronto el reloj de cuco que había sombre la chimenea empezó a decir que eran las nueve.
Me puse de pies de un salto y corrí hacia la puerta mientras que por mi cabeza pasaba una única cosa.
-Dios mío, como puede pasar el tiempo tan deprisa, en mi casa la gente ya habrá comenzado a despertarse.
Ni siquiera oí lo que me dijo Max para despedirse. Corrí a grandes zancadas la distancia que había hasta mi casa, que no era poca.
Cuando entre al portal heche una mirada nerviosa al reloj, las nueve y cuarto. Todos estarían levantados. La única que sigue en la cama para esas horas normalmente soy yo. Subí las escaleras intentado hacer en menor ruido posible y cuando abrí la puerta me encontré a mi abuela al otro lado dando vueltas impacientes de un lado a otro.
-¿Dónde te habías metido jovencita, sabes acaso el susto que me has dado?- estaba realmente enfadada trague saliva y como había ensayado durante el camino dije.
-Lo siento debería haber dejado una nota, pero me levante pronto y se me ocurrió que a lo mejor os apetecía desayunar unos bollos recién hechos.- y nada mas decir esto saque la bolsa de papel que tenía escondida a mi espalda.- Me perdonas si te digo que son rellenos de mantequilla.-Añadí con una sonrisa.
Por suerte mi abuela se lo creyó y después de un simple “podrías haber dejado una nota para no darle estos sustos a tu vieja abuela” el tema quedo zanjado. A partir de ahora será mejor que me ponga una alarma antes de ir a casa de Jane porque el pobre reloj de cuco y el poco dinero que lleve en los bolsillos no van a poder salvarme de más aprietos.
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sábado, 6 de febrero de 2010
Capitulo 12: El torreón
Era una habitación oscura, fría. Prácticamente helada. Sus paredes de piedra habían sido testigo de muchas cosas. De una historia casi tan antigua como el tiempo.
Era una estancia amplia, con el suelo de madera y las paredes revestidas con librerías que se extendían hasta donde podía alcanzar la vista. En el centro se situaba una pequeña mesa redonda. Junto a ella se alzaba una sombra. Tan solo se podía distinguir la silueta. Era un hombre alto y no excesivamente corpulento.
De pronto una figura apareció al otro lado de la mesa, justo enfrente a él.
Él se giro grácilmente para mirarla, era imposible que la hubiese visto u oído aparecer, pero sabia que estaba ahí. La figura que estaba totalmente cubierta por un capa gris se echo la capucha hacia atrás dejando al descubierto la cara. Su menuda estatura comparada con la de él hacía intuir que se trataba de una mujer. Lo cual se confirmo cuando habló.
-Señor todavía no la tenemos.- su tono demostraba un profundo respeto.
-Creía que ya la habíais localizado.-su voz carecía completamente de sentimientos no parecía molesto ni siquiera algo impaciente.
-La hemos localizado, pero ha escapado de todos nuestros intentos de captura.- comenzaba a ponerse nerviosa. La voz le temblaba.
-En ese caso, es que es más fuerte de lo que creíamos.- hizo una pequeña pausa para pensar.- Basta de rastreadores quiero subir esto a otro nivel.
-¿Ha otro nivel señor?- parecía confusa, pero tal vez mas sorprendida que confusa.- ¿A que nivel?
-Al tuyo.- contesto decidido.- Por cierto no quiero que vuelvas sino es con ella. Y no tendrás todo el tiempo del mundo.- su voz volvió a convertirse en algo tan frio como el hielo. Tanto que un escalofrió la recorrió a ella.
-¿De cuanto tiempo dispongo?- parecía como si tratara de serenarse, pero no lo conseguía.
-Hasta que caiga el último grano de arena.- no dijo nada más. Se volvió a girar y dejo al descubierto un gran reloj de arena sobre la mesa. Ella tampoco dijo nada. Hizo una reverencia y como había aparecido, desapareció.
Era una estancia amplia, con el suelo de madera y las paredes revestidas con librerías que se extendían hasta donde podía alcanzar la vista. En el centro se situaba una pequeña mesa redonda. Junto a ella se alzaba una sombra. Tan solo se podía distinguir la silueta. Era un hombre alto y no excesivamente corpulento.
De pronto una figura apareció al otro lado de la mesa, justo enfrente a él.
Él se giro grácilmente para mirarla, era imposible que la hubiese visto u oído aparecer, pero sabia que estaba ahí. La figura que estaba totalmente cubierta por un capa gris se echo la capucha hacia atrás dejando al descubierto la cara. Su menuda estatura comparada con la de él hacía intuir que se trataba de una mujer. Lo cual se confirmo cuando habló.
-Señor todavía no la tenemos.- su tono demostraba un profundo respeto.
-Creía que ya la habíais localizado.-su voz carecía completamente de sentimientos no parecía molesto ni siquiera algo impaciente.
-La hemos localizado, pero ha escapado de todos nuestros intentos de captura.- comenzaba a ponerse nerviosa. La voz le temblaba.
-En ese caso, es que es más fuerte de lo que creíamos.- hizo una pequeña pausa para pensar.- Basta de rastreadores quiero subir esto a otro nivel.
-¿Ha otro nivel señor?- parecía confusa, pero tal vez mas sorprendida que confusa.- ¿A que nivel?
-Al tuyo.- contesto decidido.- Por cierto no quiero que vuelvas sino es con ella. Y no tendrás todo el tiempo del mundo.- su voz volvió a convertirse en algo tan frio como el hielo. Tanto que un escalofrió la recorrió a ella.
-¿De cuanto tiempo dispongo?- parecía como si tratara de serenarse, pero no lo conseguía.
-Hasta que caiga el último grano de arena.- no dijo nada más. Se volvió a girar y dejo al descubierto un gran reloj de arena sobre la mesa. Ella tampoco dijo nada. Hizo una reverencia y como había aparecido, desapareció.
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viernes, 5 de febrero de 2010
Capitulo 11: Los deberes
Entré en mi habitación y tras mirar que no venia nadie cerré la puerta. Lo último que necesitaba era a Alicia revoloteado.
Me agache al pie de la cama y extraje la carpeta azul de debajo del colchón.
Max me había dado esa carpeta antes de irme.Me senté en el suelo y la abrí.
Había un cumulo de papeles escritos a mano. Seguramente copias de sus investigaciones. Cuando me lo había dado la tarde anterior me dijo que eran sobre todo pruebas para que fuera realizando por mi cuenta. Al fin y al cabo no podría ir todas las tardes a su casa si quería pasar desapercibida.
Extraje el primer papel, era una hoja pequeña en ella se había escrito a mano algo en latín: “vox is sedeo in peppermint”.
-El poder reside en la mente.-susurre al verlo.
Max ya lo había mencionado alguna vez y pude reconocerlo.
Continúe sacando hojas, la siguiente era un folio amarillento como si tuviera por lo menos diez años. En su encabezado ponía Pruebas de los cuatro elementos y estaba dividido en fragmentos tras una breve introducción.
Para demostrar que el sujeto es capaz de controlar los elementos deberá realizar con existo estas cuatro pruebas.
1) Prueba del viento.
El sujeto deberá ser capaz de crear un tornado no más grande que la palma de su mano y poder controlarlo sin ningún tipo de problema.
Me puse de pies y trate de relajarme, suficientemente complicada me parecía la idea de tener que crear un tornado como para permitirme estar nerviosa.
Estire el brazo izquierdo con la palma mirando hacía arriba y con el dedo índice de la mano derecha comencé a dibujar una espiral en el aire sobre la palma. A medida que mi dedo se alzaba en el aire el torbellino crecía con él. Hasta que tuve un remolino de unos diez centímetros bailando en mi mano izquierda. Sonreí orgullosa al ver como se movía sobre mi mano. Me agache para mirar como se suponía que debía demostrar el control que tenía sobre mi pequeño tornado. Pero sin darme cuenta al inclinarme mi pequeño torbellino se deslizo de mi mano y choco contra la cama. Como si de pronto le hubieran puesto pilas comenzó a girar a la velocidad del rayo. Para mi desgracia no precisamente sobre si mismo.
Antes de que me diera tiempo a reaccionar el tornado había comenzado a correr raudo sobre el suelo de mi habitación girando sobre si mismo. Paso sobre la carpeta que me había dado Max desperdigando todos los papeles por la habitación. Comencé a correr de un lado para otro intentando reunir de nuevo los papeles que habían salido disparados, pero era más rápido que yo. Y para cuando conseguí reunir todos los papeles había desecho la habitación entera. Las mesillas vacías, los peluches por el suelo, las camas sin hacer…
Quise gritar, pero solo fui capaz de gruñir. Tire los papeles ahora completamente desordenados al pie de la cama y me dirigí con paso ligero a al otro extremo de la habitación donde mi obra maestra se había quedado atascado en una esquina. Parecía un montón de espuma girando sobre si misma. Hubiese sido tan bonito en otras circunstancias.
Me agache para recogerlo, pero se escapo por mi derecha. Gire rápidamente, pero cruzo la habitación debajo de las camas. Mire fijamente a la ventana que se situaba al otro lado de la habitación y un segundo mas tarde esta se abrió de par en par, el tornado salió disparado de debajo de mi cama esparciendo de nuevo los papeles por todas partes y colándose por la ventana. Esta tras su paso se cerró automáticamente. Eche un vistazo a la habitación terriblemente desordenada y me desplome en el suelo derrotada. De pronto unos golpecitos resonaron en la puerta a mis espaldas.
-Cristal a cenar.- era mi abuela. Por suerte para mi no había abierto la puerta para darme la noticia como haría mi madre. No sabría como explicarle tanto desorden.
-Ya voy.- le conteste mientras me levantaba.- Ya basta de magia por hoy.- pero eso solo pudo oírlo mi cabeza
Me agache al pie de la cama y extraje la carpeta azul de debajo del colchón.
Max me había dado esa carpeta antes de irme.Me senté en el suelo y la abrí.
Había un cumulo de papeles escritos a mano. Seguramente copias de sus investigaciones. Cuando me lo había dado la tarde anterior me dijo que eran sobre todo pruebas para que fuera realizando por mi cuenta. Al fin y al cabo no podría ir todas las tardes a su casa si quería pasar desapercibida.
Extraje el primer papel, era una hoja pequeña en ella se había escrito a mano algo en latín: “vox is sedeo in peppermint”.
-El poder reside en la mente.-susurre al verlo.
Max ya lo había mencionado alguna vez y pude reconocerlo.
Continúe sacando hojas, la siguiente era un folio amarillento como si tuviera por lo menos diez años. En su encabezado ponía Pruebas de los cuatro elementos y estaba dividido en fragmentos tras una breve introducción.
Para demostrar que el sujeto es capaz de controlar los elementos deberá realizar con existo estas cuatro pruebas.
1) Prueba del viento.
El sujeto deberá ser capaz de crear un tornado no más grande que la palma de su mano y poder controlarlo sin ningún tipo de problema.
Me puse de pies y trate de relajarme, suficientemente complicada me parecía la idea de tener que crear un tornado como para permitirme estar nerviosa.
Estire el brazo izquierdo con la palma mirando hacía arriba y con el dedo índice de la mano derecha comencé a dibujar una espiral en el aire sobre la palma. A medida que mi dedo se alzaba en el aire el torbellino crecía con él. Hasta que tuve un remolino de unos diez centímetros bailando en mi mano izquierda. Sonreí orgullosa al ver como se movía sobre mi mano. Me agache para mirar como se suponía que debía demostrar el control que tenía sobre mi pequeño tornado. Pero sin darme cuenta al inclinarme mi pequeño torbellino se deslizo de mi mano y choco contra la cama. Como si de pronto le hubieran puesto pilas comenzó a girar a la velocidad del rayo. Para mi desgracia no precisamente sobre si mismo.
Antes de que me diera tiempo a reaccionar el tornado había comenzado a correr raudo sobre el suelo de mi habitación girando sobre si mismo. Paso sobre la carpeta que me había dado Max desperdigando todos los papeles por la habitación. Comencé a correr de un lado para otro intentando reunir de nuevo los papeles que habían salido disparados, pero era más rápido que yo. Y para cuando conseguí reunir todos los papeles había desecho la habitación entera. Las mesillas vacías, los peluches por el suelo, las camas sin hacer…
Quise gritar, pero solo fui capaz de gruñir. Tire los papeles ahora completamente desordenados al pie de la cama y me dirigí con paso ligero a al otro extremo de la habitación donde mi obra maestra se había quedado atascado en una esquina. Parecía un montón de espuma girando sobre si misma. Hubiese sido tan bonito en otras circunstancias.
Me agache para recogerlo, pero se escapo por mi derecha. Gire rápidamente, pero cruzo la habitación debajo de las camas. Mire fijamente a la ventana que se situaba al otro lado de la habitación y un segundo mas tarde esta se abrió de par en par, el tornado salió disparado de debajo de mi cama esparciendo de nuevo los papeles por todas partes y colándose por la ventana. Esta tras su paso se cerró automáticamente. Eche un vistazo a la habitación terriblemente desordenada y me desplome en el suelo derrotada. De pronto unos golpecitos resonaron en la puerta a mis espaldas.
-Cristal a cenar.- era mi abuela. Por suerte para mi no había abierto la puerta para darme la noticia como haría mi madre. No sabría como explicarle tanto desorden.
-Ya voy.- le conteste mientras me levantaba.- Ya basta de magia por hoy.- pero eso solo pudo oírlo mi cabeza
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jueves, 4 de febrero de 2010
De vuelta
Despues de un tiempo con el ordenador estropeado por fin e vuelto. Espero que no hallais notado mucho mi falta XD
Enseguida comenzare a escribir de nuevo
Un besazo
Aprobecho para deciros que el blog ya cuenta con su propio e-mail
elmedallondecristal@hotmail.com
Podeis mandar todos los comentarios que querais a este correo, pues es el punto de contacto que seleccionado entre vosotros mis lectores y yo
Y ahora si me despido con un cordial saludo
Da gusto volver a casa =)
Enseguida comenzare a escribir de nuevo
Un besazo
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Y ahora si me despido con un cordial saludo
Da gusto volver a casa =)
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miércoles, 13 de enero de 2010
Capitulo 10: El primer día del resto de mi vida
Cuando levante la mano para tocar el timbre una bandada de culpabilidad me recorrió todo el cuerpo. Todavía podía ver la expresión de felicidad que había puesto mi abuela cuando le dije que había quedado con una amiga a la cual había conocido ayer por la tarde para ver una película. Y en realidad mira donde estaba yo, aterrada delante de la puerta de una casa. Estremeciéndome e incapaz de entrar por miedo a perder lo que queda de normalidad en mi vida.
Respire hondo y presione el timbre. No podía vacilar mas antes de entrar, mi reloj marcaba ya varios minutos sobre las cinco y yo odio llegar tarde. Jane abrió rápidamente la puerta como si hubiera estado con la mano en el picaporte esperando a que llamaran. Cuando la puerta se abrió del todo y pude ver su cara se me formo un nudo en el estomago. Me quede parada, inmóvil. No podía creer que esa fuera Jane. La misma Jane resplandeciente que me había llevado a esa misma casa ayer. Su luz, esa aura especial que la envolvía parecía realmente apagada, sus ojos estaban coronados por profundas medias lunas moradas y su piel se había empalidecido notablemente. Me dieron ganas de gritar, pero aunque hubiese querido no podría ni preguntarle que le había pasado con el nudo que se me había formado en la garganta. Por desgracia soy como un libro abierto y no hizo falta ni preguntar.
-Tranquila, no me pasa nada es solo que esta noche no he dormido demasiado bien.-su voz sonaba tan cansada como su aspecto. Dentro de mi algo me decía que todo eso era culpa mía y solo mía.
Por suerte cuando Jane abrió la puerta del despacho y vi a Max este parecía tan lúcido como ayer. Tal vez la sombra de debajo de sus ojos era un poco más oscura, pero tras haber visto a Jane eso era imperceptible.
Saco una carpeta de uno de los cajones del escritorio de roble en el que estaba sentado mientras Jane cerraba la puerta tras de sí.
-Deja todo lo que te pueda incomodar en esa silla.- me dijo mientras levantaba la vista de la extraña carpeta azul.
-Está bien – lo dije muy bajito, la verdad es que me sentía un poco tonta por no acabar de acostumbrarme a aquellas situaciones. Deje todo lo que podía impedir una perfecta movilidad en aquella silla, la verdad es que no tuve que quitarme casi nada. Vestía unas cómodas sandalias, unos vaqueros simples y una camiseta lisa.
- Bueno ahora que estas lista sígueme, tenemos muchísimo que hacer. - Tras decir esto abrió la puerta y se sumergió en el pasillo. Tuve que apretar un poco el paso para poder alcanzarle. Era sorprendente la vitalidad que tenía aquel hombre, lo cual me hizo pensar en cuantos años tendría realmente. Como iba absorta en mis pensamientos no me di cuenta del rumbo que habíamos tomado hasta que lleguemos al fondo del pasillo. Lo que había allí me hizo pestañear de incredulidad. Nada. No había absolutamente nada, ni siquiera una pequeña puerta que te llevara al exterior. Pero antes de que me diera tiempo a abrir la boca para preguntar Max dio un paso al frente y atravesó la pared. Puse los ojos como platos y di un pequeño bote. La verdad no sabía porque me seguían sorprendiendo ese tipo de cosas cuando yo misma había probado por activa y por pasiva que la magia existía. Inspire profundamente y atravesé la pared.
La estancia que me esperaba al otro lado no podía ser descrita de otra manera que sorprendente. Seguramente era más grande que toda la casa junta y estaba dividida claramente en zonas aunque no había ni una sola pared en ella (a la izquierda un especie de invernadero lleno de plantas y macetas, a la derecha una especie de biblioteca con muchísimas estanterías y en el centro algo parecido a un laboratorio, pero mi instinto me decía que allí no se diseccionaban precisamente ranas). Me acerque a Max que estaba apoyado en una mesa a la izquierda de la extraña habitación. En ella había colocada una maceta.
-El único poder que conoces que tienes es sobre la tierra.- no era una pregunta, pero asentí de todas maneras.- Bueno eso espero que cambie hoy, pero de todas formas empecemos por ver lo que ya sabes hacer.
Me tendió la maceta vacía. Solo había un poco de tierra en su interior. No me dijo nada, pero de todas formas supuse que querría que creara una planta. Alce la mano sobre la maceta y extendí la palma. En mi mente se visualizaban unas violetas, en la maceta en cambio comenzaban a crecer unos brotes a la velocidad del rayo y para cuando quise darme cuenta había por lo menos una docena de flores bien abiertas su interior
-El poder de creación veo que lo dominas completamente. Pero ahora quiero que marchites esas flores.
Mire a mis flores un tanto a penada, pero basto una simple imagen en mi cabeza para que aquellas violetas se doblaran sobre sus tallos, empezaran a perder color hasta quedarse grises como las cenizas y finalmente se les cayeran los pétalos uno a uno.
-Sin duda tienes talento. La mayoría de mágicos con poderes sobre la tierra tardan años en aprender a marchitar con tanta rapidez y eficacia.- parecía orgulloso y a la vez aliviado de que pudiera hacer la cosas tan rápido.- Ahora quiero que hagas algo completamente diferente. ¿Ves aquel libro rojo que esta sobre el escritorio?
-El que está en la otra punta del la habitación.- le pregunte un tanto extrañada.
-Si ese mismo. Quiero que lo traigas hasta aquí sin tener que moverte.- alce una ceja nada más oír su petición y creo que eso fue mucho más eficaz que haber chillado cualquier ¡¿Qué?! O ¡¿Cómo?!
-En realidad no tienes que hacer nada diferente de lo que has hecho antes. – Hizo una pequeña pausa e inspiro una bocanada de aire ante mi cara de incredulidad.- El poder de la magia reside en la mente. Solo desea que este aquí.- añadió como si fuera la cosa más normal del mundo.
-Está bien.- cerré los parpados con fuerza y respire hondo. Últimamente mi vida se basa en ello. Los abrí mientras por mi mente pasaban las imágenes del libro alzando, dejando el lujoso escritorio para acabar posado en mis manos. En realidad en el libro lo único que se podía apreciar que podía estar haciendo era vibrar, como lo hacen los móviles abandonados sobre las mesas cuando no quieres contestar.
-Ya casi lo tienes, solo concéntrate un poco mas.- las palabras de Max sonaban lejanas como si no estuviera en la habitación. A cada segundo que pasaba me iba poniendo más nerviosa ¿por qué demonios ese libro no quería levantarse de la mesa? Me había desconectado totalmente del mundo que estaba a mi alrededor ni siquiera era capaz de oír la respiración de Max, pero ese estúpido libro seguía sin alzarse. Oh dios mío como desearía que saliera volando, chille dentro de mi cabeza con rabia. De pronto algo salto dentro de mi interior, no sé porque sabía que no debía a ver dicho eso y mi duda se confirmo del todo cuando pude ver el libro levitando a medio metro sobre la mesa. Algo dentro de mi interior me gritó que me agachara y eso hice justo antes de que el extraño libro pasara por donde antes había estado mi cabeza y se estampara contra la pared a más de ciento cincuenta kilómetros por hora.
-Bueno creo que no ha salido del todo bien.- dije mientras me incorporaba y ponía una sonrisa de “no me mates” en la cara.
-Supongo que no.- me contesto Max un tanto derrotado. Tras decir esto alzo la mano y detrás de la mesa apareció el libro, ahora un poco más deteriorado y se poso en sus manos. Era toda una belleza un libro antiguo, encuadernado en cuero rojo lleno de signos era tan de… Cuento.
-¿Qué es?- pregunte a Max haciendo que apartara una mirada apenada del antiguo manuscrito.
-Es un libro que he escrito yo mismo.- me contesto en un tono demasiado neutro.- en él están recogidos todos los datos que he encontrado sobre los Completos y los diferentes poderes que se les atribuyen.- dudo momentáneamente antes de añadir algo mas como si no estuviera seguro de lo que iba a decir.- tenía pesado en poner en práctica toda esta teoría contigo.- dijo al final en voz baja.
Sus ojos se clavaron en los míos y yo no pude evitar deslizarlos al increíble montón de hojas que formaban el libro.
-¿Cuánto tiempo voy a tener que seguir viniendo aquí cada tarde?- le pregunte sin apartar la vista del libro.
-Lo suficiente como para que puedas aprender a utilizar los poderes necesarios como para defenderte.- odiaba cuando se ponía serio, me hacía sentir culpable. Como si le debiera algo a ese hombre.
-¿Cómo se supone que voy a defender de algo que es como el gobierno?- estaba un poco molesta, el mismo me había dejado muy claro que estaban en todas partes y que no había nada que hacer contra ellos.
-Cuando te digo defenderte me refiero mas a esconderte.- se aclaro recalcando bien la palabra esconderse. Trago aire. Lo cual me hizo pensar que hablar conmigo le resultaba más complicado de lo que yo creía, tal vez si que le debía algo. Después de todo él me había dicho lo que estaba pasando en mi vida y me estaba constantemente aclarando todo lo que no entendía, que no es que fueran pocas cosas. – Tienes que aprender a usar tus poderes de forma que parezcas un humano mas, que los rastreadores no se fijen en ti y tu pista se pierda por el mundo.
-¿Cuánto puede tardar eso?- le pregunte de pronto.
- No lo he pensado ¿Por qué?- me dijo un poco aturdido por mi pregunta.
-Porque no estaré aquí todo el verano.- le conteste mientras me mordía el labio inferior, tenía la impresión de que debía a ver mencionado eso antes.
- En ese caso no hay tiempo que perder.- aunque concluso la frase con una sonrisa parecía muy nervioso.
Respire hondo y presione el timbre. No podía vacilar mas antes de entrar, mi reloj marcaba ya varios minutos sobre las cinco y yo odio llegar tarde. Jane abrió rápidamente la puerta como si hubiera estado con la mano en el picaporte esperando a que llamaran. Cuando la puerta se abrió del todo y pude ver su cara se me formo un nudo en el estomago. Me quede parada, inmóvil. No podía creer que esa fuera Jane. La misma Jane resplandeciente que me había llevado a esa misma casa ayer. Su luz, esa aura especial que la envolvía parecía realmente apagada, sus ojos estaban coronados por profundas medias lunas moradas y su piel se había empalidecido notablemente. Me dieron ganas de gritar, pero aunque hubiese querido no podría ni preguntarle que le había pasado con el nudo que se me había formado en la garganta. Por desgracia soy como un libro abierto y no hizo falta ni preguntar.
-Tranquila, no me pasa nada es solo que esta noche no he dormido demasiado bien.-su voz sonaba tan cansada como su aspecto. Dentro de mi algo me decía que todo eso era culpa mía y solo mía.
Por suerte cuando Jane abrió la puerta del despacho y vi a Max este parecía tan lúcido como ayer. Tal vez la sombra de debajo de sus ojos era un poco más oscura, pero tras haber visto a Jane eso era imperceptible.
Saco una carpeta de uno de los cajones del escritorio de roble en el que estaba sentado mientras Jane cerraba la puerta tras de sí.
-Deja todo lo que te pueda incomodar en esa silla.- me dijo mientras levantaba la vista de la extraña carpeta azul.
-Está bien – lo dije muy bajito, la verdad es que me sentía un poco tonta por no acabar de acostumbrarme a aquellas situaciones. Deje todo lo que podía impedir una perfecta movilidad en aquella silla, la verdad es que no tuve que quitarme casi nada. Vestía unas cómodas sandalias, unos vaqueros simples y una camiseta lisa.
- Bueno ahora que estas lista sígueme, tenemos muchísimo que hacer. - Tras decir esto abrió la puerta y se sumergió en el pasillo. Tuve que apretar un poco el paso para poder alcanzarle. Era sorprendente la vitalidad que tenía aquel hombre, lo cual me hizo pensar en cuantos años tendría realmente. Como iba absorta en mis pensamientos no me di cuenta del rumbo que habíamos tomado hasta que lleguemos al fondo del pasillo. Lo que había allí me hizo pestañear de incredulidad. Nada. No había absolutamente nada, ni siquiera una pequeña puerta que te llevara al exterior. Pero antes de que me diera tiempo a abrir la boca para preguntar Max dio un paso al frente y atravesó la pared. Puse los ojos como platos y di un pequeño bote. La verdad no sabía porque me seguían sorprendiendo ese tipo de cosas cuando yo misma había probado por activa y por pasiva que la magia existía. Inspire profundamente y atravesé la pared.
La estancia que me esperaba al otro lado no podía ser descrita de otra manera que sorprendente. Seguramente era más grande que toda la casa junta y estaba dividida claramente en zonas aunque no había ni una sola pared en ella (a la izquierda un especie de invernadero lleno de plantas y macetas, a la derecha una especie de biblioteca con muchísimas estanterías y en el centro algo parecido a un laboratorio, pero mi instinto me decía que allí no se diseccionaban precisamente ranas). Me acerque a Max que estaba apoyado en una mesa a la izquierda de la extraña habitación. En ella había colocada una maceta.
-El único poder que conoces que tienes es sobre la tierra.- no era una pregunta, pero asentí de todas maneras.- Bueno eso espero que cambie hoy, pero de todas formas empecemos por ver lo que ya sabes hacer.
Me tendió la maceta vacía. Solo había un poco de tierra en su interior. No me dijo nada, pero de todas formas supuse que querría que creara una planta. Alce la mano sobre la maceta y extendí la palma. En mi mente se visualizaban unas violetas, en la maceta en cambio comenzaban a crecer unos brotes a la velocidad del rayo y para cuando quise darme cuenta había por lo menos una docena de flores bien abiertas su interior
-El poder de creación veo que lo dominas completamente. Pero ahora quiero que marchites esas flores.
Mire a mis flores un tanto a penada, pero basto una simple imagen en mi cabeza para que aquellas violetas se doblaran sobre sus tallos, empezaran a perder color hasta quedarse grises como las cenizas y finalmente se les cayeran los pétalos uno a uno.
-Sin duda tienes talento. La mayoría de mágicos con poderes sobre la tierra tardan años en aprender a marchitar con tanta rapidez y eficacia.- parecía orgulloso y a la vez aliviado de que pudiera hacer la cosas tan rápido.- Ahora quiero que hagas algo completamente diferente. ¿Ves aquel libro rojo que esta sobre el escritorio?
-El que está en la otra punta del la habitación.- le pregunte un tanto extrañada.
-Si ese mismo. Quiero que lo traigas hasta aquí sin tener que moverte.- alce una ceja nada más oír su petición y creo que eso fue mucho más eficaz que haber chillado cualquier ¡¿Qué?! O ¡¿Cómo?!
-En realidad no tienes que hacer nada diferente de lo que has hecho antes. – Hizo una pequeña pausa e inspiro una bocanada de aire ante mi cara de incredulidad.- El poder de la magia reside en la mente. Solo desea que este aquí.- añadió como si fuera la cosa más normal del mundo.
-Está bien.- cerré los parpados con fuerza y respire hondo. Últimamente mi vida se basa en ello. Los abrí mientras por mi mente pasaban las imágenes del libro alzando, dejando el lujoso escritorio para acabar posado en mis manos. En realidad en el libro lo único que se podía apreciar que podía estar haciendo era vibrar, como lo hacen los móviles abandonados sobre las mesas cuando no quieres contestar.
-Ya casi lo tienes, solo concéntrate un poco mas.- las palabras de Max sonaban lejanas como si no estuviera en la habitación. A cada segundo que pasaba me iba poniendo más nerviosa ¿por qué demonios ese libro no quería levantarse de la mesa? Me había desconectado totalmente del mundo que estaba a mi alrededor ni siquiera era capaz de oír la respiración de Max, pero ese estúpido libro seguía sin alzarse. Oh dios mío como desearía que saliera volando, chille dentro de mi cabeza con rabia. De pronto algo salto dentro de mi interior, no sé porque sabía que no debía a ver dicho eso y mi duda se confirmo del todo cuando pude ver el libro levitando a medio metro sobre la mesa. Algo dentro de mi interior me gritó que me agachara y eso hice justo antes de que el extraño libro pasara por donde antes había estado mi cabeza y se estampara contra la pared a más de ciento cincuenta kilómetros por hora.
-Bueno creo que no ha salido del todo bien.- dije mientras me incorporaba y ponía una sonrisa de “no me mates” en la cara.
-Supongo que no.- me contesto Max un tanto derrotado. Tras decir esto alzo la mano y detrás de la mesa apareció el libro, ahora un poco más deteriorado y se poso en sus manos. Era toda una belleza un libro antiguo, encuadernado en cuero rojo lleno de signos era tan de… Cuento.
-¿Qué es?- pregunte a Max haciendo que apartara una mirada apenada del antiguo manuscrito.
-Es un libro que he escrito yo mismo.- me contesto en un tono demasiado neutro.- en él están recogidos todos los datos que he encontrado sobre los Completos y los diferentes poderes que se les atribuyen.- dudo momentáneamente antes de añadir algo mas como si no estuviera seguro de lo que iba a decir.- tenía pesado en poner en práctica toda esta teoría contigo.- dijo al final en voz baja.
Sus ojos se clavaron en los míos y yo no pude evitar deslizarlos al increíble montón de hojas que formaban el libro.
-¿Cuánto tiempo voy a tener que seguir viniendo aquí cada tarde?- le pregunte sin apartar la vista del libro.
-Lo suficiente como para que puedas aprender a utilizar los poderes necesarios como para defenderte.- odiaba cuando se ponía serio, me hacía sentir culpable. Como si le debiera algo a ese hombre.
-¿Cómo se supone que voy a defender de algo que es como el gobierno?- estaba un poco molesta, el mismo me había dejado muy claro que estaban en todas partes y que no había nada que hacer contra ellos.
-Cuando te digo defenderte me refiero mas a esconderte.- se aclaro recalcando bien la palabra esconderse. Trago aire. Lo cual me hizo pensar que hablar conmigo le resultaba más complicado de lo que yo creía, tal vez si que le debía algo. Después de todo él me había dicho lo que estaba pasando en mi vida y me estaba constantemente aclarando todo lo que no entendía, que no es que fueran pocas cosas. – Tienes que aprender a usar tus poderes de forma que parezcas un humano mas, que los rastreadores no se fijen en ti y tu pista se pierda por el mundo.
-¿Cuánto puede tardar eso?- le pregunte de pronto.
- No lo he pensado ¿Por qué?- me dijo un poco aturdido por mi pregunta.
-Porque no estaré aquí todo el verano.- le conteste mientras me mordía el labio inferior, tenía la impresión de que debía a ver mencionado eso antes.
- En ese caso no hay tiempo que perder.- aunque concluso la frase con una sonrisa parecía muy nervioso.
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martes, 5 de enero de 2010
Capitulo 9: Cuando tu vida cambia drásticamente
Aparte la mirada de su cara y pestañee varias veces para contener las lágrimas. Todo aquello me venía demasiado grande. Aquellos segundos antes de que contestara me estaban matando, pero de pronto el silencio fue interrumpido por el reloj de cuco que estaba colocado encima de la chimenea. Las ocho de la tarde. Bote sobre en el sofá y me puse rápidamente de pie. Max al ver que me incorporaba se levanto también y me pregunto un tanto confuso.
-¿Qué pasa?
-Son las ocho de la tarde me tengo que ir. Llevo fuera de casa más de cuatro horas.- Le conteste un tanto alterada.
Max parecía reacio a la idea de dejarme marchar cuando añadió.
-Está bien. Pero vuelve mañana.
De pronto pare de recoger mis cosas. ¿Por qué tenía yo que volver a esa casa?
-¿Volver?- se me escapo en un tono de confusión.
-Tú me has preguntado antes que se suponía que tenías que hacer ahora ¿no?- me lanzo él. Yo simplemente asentí.
-Pues, lo mejor que puedes hacer es prepárate. Potencias tus poderes y yo puedo enseñarte.-se había vuelto a poner serio, lo suficiente como para saber que era importante.
-Vale, ¿a qué hora tengo que estar aquí?- le pregunte yo más serena con un tono casi helado.
- A las cinco en punto de la tarde, tenemos mucho que hacer.
Mientras caminaba a casa le di un repaso mental a lo que me había ocurrido aquella tarde. No podía parar de pensar que nunca se lo podría contar a nadie. Nadie me creería. Pensarían que les estaba contando una de esas novelas que solía leer. Aunque no creo que volviera a leer en mucho tiempo. Después de todo, mi vida se acaba de convertir en una novela en toda regla.
Cuando crucé la puerta de mi casa y vi que no había nadie esperándome me quite un gran peso de encima. Tan solo había una nota encima de la mesa de la cocina que decía:
Cristal esta noche vamos a salir a cenar fuera si te apetece estamos en el puerto dando un paseo.Perfecto pensé para mis a adentros nadie al que dar explicaciones de que he estado haciendo.
Me desplome ruidosamente en el sofá. Aquella tarde se había hecho larguísima. El conocer todo lo que realmente estaba pasando en mi vida había sido algo bastante agotador. Y antes de que me diera tiempo a encender el televisor me había quedado dormida.
-¿Qué pasa?
-Son las ocho de la tarde me tengo que ir. Llevo fuera de casa más de cuatro horas.- Le conteste un tanto alterada.
Max parecía reacio a la idea de dejarme marchar cuando añadió.
-Está bien. Pero vuelve mañana.
De pronto pare de recoger mis cosas. ¿Por qué tenía yo que volver a esa casa?
-¿Volver?- se me escapo en un tono de confusión.
-Tú me has preguntado antes que se suponía que tenías que hacer ahora ¿no?- me lanzo él. Yo simplemente asentí.
-Pues, lo mejor que puedes hacer es prepárate. Potencias tus poderes y yo puedo enseñarte.-se había vuelto a poner serio, lo suficiente como para saber que era importante.
-Vale, ¿a qué hora tengo que estar aquí?- le pregunte yo más serena con un tono casi helado.
- A las cinco en punto de la tarde, tenemos mucho que hacer.
Mientras caminaba a casa le di un repaso mental a lo que me había ocurrido aquella tarde. No podía parar de pensar que nunca se lo podría contar a nadie. Nadie me creería. Pensarían que les estaba contando una de esas novelas que solía leer. Aunque no creo que volviera a leer en mucho tiempo. Después de todo, mi vida se acaba de convertir en una novela en toda regla.
Cuando crucé la puerta de mi casa y vi que no había nadie esperándome me quite un gran peso de encima. Tan solo había una nota encima de la mesa de la cocina que decía:
Cristal esta noche vamos a salir a cenar fuera si te apetece estamos en el puerto dando un paseo.Perfecto pensé para mis a adentros nadie al que dar explicaciones de que he estado haciendo.
Me desplome ruidosamente en el sofá. Aquella tarde se había hecho larguísima. El conocer todo lo que realmente estaba pasando en mi vida había sido algo bastante agotador. Y antes de que me diera tiempo a encender el televisor me había quedado dormida.
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lunes, 4 de enero de 2010
Capitulo 8: Los Oscuros y Los Completos
Max me miro con ojos comprensivos. Parecía entender lo confundida que estaba. Me acababa de decir que había metido a todos en un gran problema, había nombrado seres de los que no había oído hablar en mi vida y por si fuera poco aquel silencio me iba a volver loca del todo.
-Mira para explicarte lo que son los Oscuros voy a tener que darte una clase rápida sobre historia de la magia.- se había tranquilizado del todo. De sus ojos habían desaparecido el pánico y la ira, pero no se habían convertido en tranquilidad, sino en frustración. Max había comprendido que hasta que no me lo explicara todo detalladamente no entendería la gravedad de la situación. – Así que empezare por el principio. En el comienzo de los tiempos todas las personas, y si no eran todas eran la gran mayoría, estaban dotadas de poderes mágicos. Uno por persona, descubierto en la niñez y potenciado durante la juventud. Pero pronto apareció un poder que desencadeno el caos, el Poder de Absorción. Los succionadores tenían la capacidad de adueñarse de los poderes de otros magos si así lo deseaban y volverlos mortales. Eran muy útiles en los ejércitos y pronto muchos reinos tan solo deseaban magos succionadores en sus filas de combate. Pero esto provocó que se creyeran superiores al resto. Comenzaron a crear hermandades exclusivas para aquellos que tuvieran el don de tener todos los dones. Y precisamente este fue el objetivo principal del líder de una de estas hermandades. Conseguir el poder infinito, el poder sobre todo.
-¿Y lo consiguió?-le corte toda intrigada. Max sonrió a mi pregunta, pero no era una sonrisa alegre.
-Sí, sí que lo consiguió.- su voz parecía apagada. Como si estuviese rememorando un mal recuerdo- Obtuvo todos los poderes posibles, y no fue el único. En poco tiempo muchos magos succionador lo habían conseguido. La gente comenzó a llamarles los Completos. Se creían perfectos, con poder sobre todos los demás seres. Hasta el punto que declararon la guerra a todo el mundo mágico para conseguir su dominio.-su voz se apago unos segundos.- Cuando aquel holocausto hubo finalizado millones de magos habían perdido la vida y la gran mayoría de los supervivientes habían sido convertido en simples humanos debido al Poder de Absorción. La magia empezó a verse como algo oscuro y manchado de sangre. Y para intentar quitar esta mancha los sabios de la Gran Asamblea decidieron que el Poder de Absorción debía ser destruido y con él los Completos. Pero el nombre de la magia jamás fue limpiado y poco a poco los magos fueron ocultando sus poderes hasta que teóricamente la magia dejo de existir.
-¿Pero qué tiene que ver eso con los Oscuros?- le pregunte extrañada ante la información que me había dado.
-Digamos que es el origen.-aclaro Max- El Poder de Absorción fue destruido, pero los Completos no. Porque a diferencia de lo que creían los sabios, los Completos si podían existir sin los succionadores. Porque el poder de los Completos ya había sido creado y era uno solo, el poder sobre todo. Y cuando en la Última Asamblea se decidió que todos los poderes debían ser guardados en objetos especiales para que el mundo no ser quedara sin magia el poder infinito estuvo entre ellos, aunque nadie lo supo nunca. Por lo menos ninguno de los sabios que residieron la Asamblea supieron jamás que aquello que habían intentado destruir en realidad lo estaban protegiendo para la prosperidad. Mira.-su voz cambio de tono, como si después de recitar una lección de memoria ahora tuviera que explicarla.- El mundo mágico no es lo que era. Apenas quedan magos y las Chispas de Poder prácticamente han desaparecido.
-¿Chispas de Poder?-Max dejó su ensoñación y me miro de repente. En sus ojos había algo extraño.
-Lo siento.-me dijo suavemente.-se me olvida que te estoy explicando todo esto a ti. Las Chispas de Poder es el nombre que se le dio a los objetos como tu medallón. Objetos que avivan la magia dentro de las personas.
Yo simplemente asentí, no necesitaba más explicaciones suficiente información había ya en mi cabeza.
-El hecho de que la magia este desapareciendo no es algo que agrade a nadie de los que conocemos su existencia, pero hay hermandades de magos a las cuales les ha sentado realmente mal. Y entre ellas se encuentra la de los Oscuros, una de las hermandades más antiguas y ortodoxas del mundo mágico.
-¿Qué clase de hermandad se pone el nombre de los Oscuros?- pregunte un tanto extrañada.
-En realidad los Oscuros son un conjunto de siglas.- dijo medio divertido.- O.s.c.u.r.o.s: originalmente seres creados para… No me acuerdo muy bien como sigue, pero tenía que ver con algo de guardar la pureza de la magia.-contesto Max a mi pregunta mientras intentaba hacer memoria y acordarse del resto.
-¿Y qué tiene que ver esa gente conmigo?- pregunte yo que seguía sin enterarme de nada.
-Los Oscuros creen que se puede dividir el poder de los Completos.-su voz se atragantaba a cada palabra que tenía que pronunciar.- Y así conseguir que de un único mago se creen miles, porque realmente nadie sabe cuántos poderes mágicos existen.
-Pero… ¿eso se puede hacer?- añadí yo vacilante.
- No, no se puede hacer. Ningún Completo ha salido con vida, es mas ningún mago saldría con vida de la extracción de su poder y menos si tratan de dividir este en millones de pedazos.
-Entonces están matando gente a si sin más y ¿nadie se lo impide?- me sentía medio furiosa. Puede que el mundo humano no fuera perfecto, pero el mágico se iba a llevar la palma.
-Nadie se lo impide porque nadie sabe lo que están haciendo. –había cierta tristeza en su voz que me hizo vacilar antes de decir.
-Pero tú lo sabes.
- Yo lo sé porque mi hijo era un Completo igual que tu. Y cuando se lo llevaron diciendo que querían hacerle unas pruebas para ingresar en la hermandad me sentí muy orgulloso de él. Pero nunca regreso y poco después recibí la noticia de su defunción. Dijeron que no había sobrevivido a una de las pruebas de acceso, pero cuando me devolvieron sus objetos personales encontré un mensaje escrito a mano que contaba todo lo que ocurría realmente escondido dentro del dobladillo de un pantalón. Sabía de sobra que iba a morir, igual que había visto morir a otros muchos. –Hubo un breve silencio antes de que continuara diciendo.- Los Oscuros son la hermandad más respetada en el mundo mágico, nadie me creería si empezara a contar la verdad.
-Pero tienes el mensaje. Eso son pruebas ¿no?- le pregunte yo intentado averiguar por qué no había hecho nada todos estos años.
-Tengo un mensaje sí, pero no un cadáver, ni unas cenizas. Nada que pruebe que mi hijo ha muerto.- había autentico resentimiento en su voz. Tanto que tuvieron que pasar por lo menos dos minutos antes de que pudiera añadir vacilante.
-¿Y ahora que se supone que tengo que hacer?
-Mira para explicarte lo que son los Oscuros voy a tener que darte una clase rápida sobre historia de la magia.- se había tranquilizado del todo. De sus ojos habían desaparecido el pánico y la ira, pero no se habían convertido en tranquilidad, sino en frustración. Max había comprendido que hasta que no me lo explicara todo detalladamente no entendería la gravedad de la situación. – Así que empezare por el principio. En el comienzo de los tiempos todas las personas, y si no eran todas eran la gran mayoría, estaban dotadas de poderes mágicos. Uno por persona, descubierto en la niñez y potenciado durante la juventud. Pero pronto apareció un poder que desencadeno el caos, el Poder de Absorción. Los succionadores tenían la capacidad de adueñarse de los poderes de otros magos si así lo deseaban y volverlos mortales. Eran muy útiles en los ejércitos y pronto muchos reinos tan solo deseaban magos succionadores en sus filas de combate. Pero esto provocó que se creyeran superiores al resto. Comenzaron a crear hermandades exclusivas para aquellos que tuvieran el don de tener todos los dones. Y precisamente este fue el objetivo principal del líder de una de estas hermandades. Conseguir el poder infinito, el poder sobre todo.
-¿Y lo consiguió?-le corte toda intrigada. Max sonrió a mi pregunta, pero no era una sonrisa alegre.
-Sí, sí que lo consiguió.- su voz parecía apagada. Como si estuviese rememorando un mal recuerdo- Obtuvo todos los poderes posibles, y no fue el único. En poco tiempo muchos magos succionador lo habían conseguido. La gente comenzó a llamarles los Completos. Se creían perfectos, con poder sobre todos los demás seres. Hasta el punto que declararon la guerra a todo el mundo mágico para conseguir su dominio.-su voz se apago unos segundos.- Cuando aquel holocausto hubo finalizado millones de magos habían perdido la vida y la gran mayoría de los supervivientes habían sido convertido en simples humanos debido al Poder de Absorción. La magia empezó a verse como algo oscuro y manchado de sangre. Y para intentar quitar esta mancha los sabios de la Gran Asamblea decidieron que el Poder de Absorción debía ser destruido y con él los Completos. Pero el nombre de la magia jamás fue limpiado y poco a poco los magos fueron ocultando sus poderes hasta que teóricamente la magia dejo de existir.
-¿Pero qué tiene que ver eso con los Oscuros?- le pregunte extrañada ante la información que me había dado.
-Digamos que es el origen.-aclaro Max- El Poder de Absorción fue destruido, pero los Completos no. Porque a diferencia de lo que creían los sabios, los Completos si podían existir sin los succionadores. Porque el poder de los Completos ya había sido creado y era uno solo, el poder sobre todo. Y cuando en la Última Asamblea se decidió que todos los poderes debían ser guardados en objetos especiales para que el mundo no ser quedara sin magia el poder infinito estuvo entre ellos, aunque nadie lo supo nunca. Por lo menos ninguno de los sabios que residieron la Asamblea supieron jamás que aquello que habían intentado destruir en realidad lo estaban protegiendo para la prosperidad. Mira.-su voz cambio de tono, como si después de recitar una lección de memoria ahora tuviera que explicarla.- El mundo mágico no es lo que era. Apenas quedan magos y las Chispas de Poder prácticamente han desaparecido.
-¿Chispas de Poder?-Max dejó su ensoñación y me miro de repente. En sus ojos había algo extraño.
-Lo siento.-me dijo suavemente.-se me olvida que te estoy explicando todo esto a ti. Las Chispas de Poder es el nombre que se le dio a los objetos como tu medallón. Objetos que avivan la magia dentro de las personas.
Yo simplemente asentí, no necesitaba más explicaciones suficiente información había ya en mi cabeza.
-El hecho de que la magia este desapareciendo no es algo que agrade a nadie de los que conocemos su existencia, pero hay hermandades de magos a las cuales les ha sentado realmente mal. Y entre ellas se encuentra la de los Oscuros, una de las hermandades más antiguas y ortodoxas del mundo mágico.
-¿Qué clase de hermandad se pone el nombre de los Oscuros?- pregunte un tanto extrañada.
-En realidad los Oscuros son un conjunto de siglas.- dijo medio divertido.- O.s.c.u.r.o.s: originalmente seres creados para… No me acuerdo muy bien como sigue, pero tenía que ver con algo de guardar la pureza de la magia.-contesto Max a mi pregunta mientras intentaba hacer memoria y acordarse del resto.
-¿Y qué tiene que ver esa gente conmigo?- pregunte yo que seguía sin enterarme de nada.
-Los Oscuros creen que se puede dividir el poder de los Completos.-su voz se atragantaba a cada palabra que tenía que pronunciar.- Y así conseguir que de un único mago se creen miles, porque realmente nadie sabe cuántos poderes mágicos existen.
-Pero… ¿eso se puede hacer?- añadí yo vacilante.
- No, no se puede hacer. Ningún Completo ha salido con vida, es mas ningún mago saldría con vida de la extracción de su poder y menos si tratan de dividir este en millones de pedazos.
-Entonces están matando gente a si sin más y ¿nadie se lo impide?- me sentía medio furiosa. Puede que el mundo humano no fuera perfecto, pero el mágico se iba a llevar la palma.
-Nadie se lo impide porque nadie sabe lo que están haciendo. –había cierta tristeza en su voz que me hizo vacilar antes de decir.
-Pero tú lo sabes.
- Yo lo sé porque mi hijo era un Completo igual que tu. Y cuando se lo llevaron diciendo que querían hacerle unas pruebas para ingresar en la hermandad me sentí muy orgulloso de él. Pero nunca regreso y poco después recibí la noticia de su defunción. Dijeron que no había sobrevivido a una de las pruebas de acceso, pero cuando me devolvieron sus objetos personales encontré un mensaje escrito a mano que contaba todo lo que ocurría realmente escondido dentro del dobladillo de un pantalón. Sabía de sobra que iba a morir, igual que había visto morir a otros muchos. –Hubo un breve silencio antes de que continuara diciendo.- Los Oscuros son la hermandad más respetada en el mundo mágico, nadie me creería si empezara a contar la verdad.
-Pero tienes el mensaje. Eso son pruebas ¿no?- le pregunte yo intentado averiguar por qué no había hecho nada todos estos años.
-Tengo un mensaje sí, pero no un cadáver, ni unas cenizas. Nada que pruebe que mi hijo ha muerto.- había autentico resentimiento en su voz. Tanto que tuvieron que pasar por lo menos dos minutos antes de que pudiera añadir vacilante.
-¿Y ahora que se supone que tengo que hacer?
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