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Portada creada por Mientras Lees

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viernes, 30 de abril de 2010

Alex

Blub blub blub.


El aire salía por la boca formando burbujas que explotaban a llegar a la superficie. No salía a respirar no lo necesitaba.

Hice medio camino hasta la orilla buceando, sin apartar en un solo momento la mirada de todo aquello que había bajo mis gafas de buceo. De pronto un pez pasó zumbando delante de mis ojos. Era pequeño, prácticamente diminuto. Igual que el que había visto tan solo hacía un instante. Pero tenía algo especial. Lo seguí con la mirada girando sobre mi misma para verlo marchar cuando vi otra cosa.

A mi espalda un par de ojos me miraban muy atentos. De pronto me faltaba el aire. Salí a la superficie y comencé a toser. Había avanzado lo suficiente como para poder tocar la arena con los pies y que los hombros estuvieran fuera del agua. Lo cual hizo que resultara más fácil recobrar el aire.

Los ojos salieron del agua un segundo más tarde que yo. Se quitaron las gafas de buceo y pude ver que se trataba de un chico. No preste mucha más atención porque seguía ahogándome.

Él vio que no paraba de toser y con un único golpe en la espalda consiguió que seme pasara. También que el agua que debía encontrarse en mis pulmones saliera disparada por mi boca. Pero esa parte prefiero borrarla.

Se me quitaron súbitamente las ganas de darme un baño y me dispuse a andar hacia la orilla. Al girarme ese par de ojos verdes me estaban mirando de nuevo. No sabía que decirle. “Gracias por salvarme.” o “Idiota casi me ahogo por tu culpa.”

Por suerte no tuve que decir nada él se adelanto.

-Siento haberte asustado.- tenía la marca de las gafas de buceo bajo los ojos, una marca roja y profunda. Tenía que haberlas llevado por lo menos tanto tiempo como yo.

Entonces me acorde de las gafas. Todavía las llevaba puesta. Me las quite rápidamente y me decidí a contestarle.

-Por lo menos luego me has salvado de morir ahogada.- le dije con una sonrisa extraña. Quería causarle una buena impresión seguramente sería la única persona de mi edad que habría en todo el pueblo, pero la sal me abrasaba la garganta al hablar.

El agua empezó a estar demasiado fría, me abrace los codos y comencé a andar para acercarme a la orilla.

Pude sentir que él me seguía por detrás. A lo mejor el también estaba solo en el pueblo. Me detuve hasta que llego a mi altura.

-Me llamo Cristal.- dije carraspeando un poco con mi garganta dolorida.

-Alex.- me respondió él con un tono que no conseguí descifrar.

Me quede callada y decidí seguir avanzando. Él también se puso a andar cuando yo ya había avanzado unos cuantos metros.

Podía sentir sus pasos detrás de los míos. Como se acompasaban a mi ritmo, como aceleraban cuando yo lo hacía. Como él se detenía si yo me paraba un instante. Eso me puso nerviosa. Si hubiera querido hablar conmigo no me habría respondido de la manera tan seca que lo había hecho.

-Alex.- oí su voz en mi cabeza. Y fue incapaz de imitar su tono.-¿Por qué me estas siguiendo?- pensé.

domingo, 25 de abril de 2010

Tranquilidad

El calor del sol, la brisa marina, el sonido del mar en mis oídos, la arena caliente en contacto con mi piel y... una pelota de pin-pon directa mi estomago.
-Eee.- grite nada mas notar en impacto.
-Perdón.- se disculpo mi prima riéndose.
Resople y después me desperecé un poco. La playa me adormecía. En concreto aquella playa.

El 28 de julio había llegado en un visto y no visto. Y con él las vacaciones de verano. Las oficiales.
Aquel era como lo había llamado mi tía "el verano de las chicas." Mi madre, mi prima, mi tía y yo pasaríamos juntas el mes de agosto en un pueblecito perdido de la costa.

Increíble verdad. No se porque a todo el mundo le encantan los pueblecitos perdidos de la costa, pero una cosa había que admitir este en concreto era precioso y lo más importante estaba a mas de 800 km de Mundaka. El otro pueblecito de la costa. A más de 800 km de una etapa de mi vida que quería cerrar completamente.

Me levante y me puse el neopreno.
Mientras corría hacia la orilla con las gafas de buceo aún en la mano mi mente se deslizo sobre los últimos días. Tranquilos. Tanto que a menudo me olvidaba de los acontecimientos recientemente ocurridos. Una voz en mi mente me decía a veces que debía estar alerta. Otra le reprochaba que lo que debía hacer era tranquilizarme y disfrutar del verano.
Me puse las gafas y me zambullí en el agua. Me aleje de la orilla lo máximo que estaba permitido. Y me sumergí . Allí abajo, en las agua cristalinas entre los peces, me dejaba llevar. A veces me quedaba quieta observando cómo se movía todo a mí alrededor. Otras nadaba como una loca persiguiendo algún pez.
Aquel día no me apetecía hacer ninguna de las dos cosas. Empecé a moverme bajo el agua despacio, observando el fondo. Descendiendo de vez en cuando para mirar más de cerca alguna concha o piedra.
De pronto un pequeño pez paso delante de mi cara sin inmutarse si quiera. Solo llevábamos allí 3 días y ya me había convertido en parte de la fauna marina. Me relaje todavía más. Solo notaba como el agua movía mi pelo de un lado a otro como si fuera un alga más. Suspire y un montón de burbujas salieron de mi boca. Entonces fue la primera vez que depare en que hacia minutos que no salía a respirar. ¿Tal vez la magia tuviera también sus cosas buenas?


martes, 13 de abril de 2010

Capitulo 18: Adios...

Hola, hola!!
De vuelta.
Teneis que perdonarme, pero preparé este capitulo para el finde y se olvido subirlo. ^^
(Donde tendre la cabeza)
Recordar que lo de el día de publicación sigue abierto, ahora mismo hay un empate entre viernes y sabados a si que voy a poner una encuesta debajo de la foto de la cabecera. Elegir vuestro día favorito para tener un nuevo capitulo esperandoos.
Y por supuesto comentar, criticar,  escupir lo que no os guste o decirme si me he saltado una tilde. Pensar que asi ganamos todos. Yo aprendo y la historia mejora.
Y sin mas dilación os dejo con.... (seguro que os habeis salado todo mi discurso)... el capitulo nº 18.
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-¿Puedes repetírmelo otra vez? Por favor.


Era la tercera vez que le contaba a Max lo que había pasado en mi habitación. Había decido que aquello era algo gordo y que si había corrido para contarle un sueño, no sabía cómo había esperado casi un día para contarle lo del ataque directo a mi persona. Tal vez porque ni yo misma lo había asimilado del todo. Pero ese no era el problema ahora.

-Entre por la ventana que había dejado abierta…- volví a empezar cansada, pasándome una mano por la cara, especialmente por los ojos enmarcados por medialunas negras.

No había dormido la noche anterior. Ni siquiera lo había intentado.

-No quiero oírlo otra vez.-sentenció Jane.- Cada vez que lo cuenta yo me asusto mas y mas.

Los dos la miramos, estaba fatal. Parecía no haber dormido en días. Jane era muy sensible y atenta, se había preocupado por mí desde el primer día. Y nunca la había oído quejarse, pero aquella situación la había desbordado completamente.

-Jane, podrías ir a preparar un te con pastas, por favor.- le dijo su abuelo de pronto tras un instante en el que todos estuvimos en silencio.

Jane abrió mucho los ojos al oír la frase, pero no se lo pensó dos veces y salió del salón para correr escaleras arriba.

-¿Cuándo te vas de aquí, Cristal?- me preguntó finalmente Max cuando se dejaron de oír los pequeños pasos de su nieta.

-Dentro de dos días.- afirme con rotundidad.

-Dame tu medallón.- dijo tras unos segundos de reflexión.

-¿Cómo lo hacía ese hombre?- pensé-¿Cómo conservaba la entereza? ¿Cómo podía tomar tantas decisiones?

-Puede que no me haya dado tiempo a enseñarte a hacer aquel hechizo que te dije, pero si lo encanto tu medallón creo que te protegerá de los Oscuros.- continuó mientras cogía mi colgante entre sus manos.

Cuando me lo devolvió solo me dijo una cosa.

-No te lo quites o el hechizo se romperá.

-No lo hare.- le afirme con rotundidad.

Lo mire un instante. La perla que formaba la silueta de la luna había cambiad de color ahora era de un azul intenso, oscuro. Como el mar en invierno. Levante los ojos y me lo puse al cuello, centrado sobre la clavícula y bien pegado a mi piel cómo si de esa manera no fuera a moverse.

No me despedí de Jane antes de irme. Apenas me despedía de Max.

Aunque si hubiera sabido que la próxima vez que fuera a la casa no habría nadie lo hubiera hecho. Le habría dado un abrazo a Jane, le hubiera dado las gracias a Max y sobre todo les hubiera perdido perdón. Si no hubiera sido por mi ellos hubieran podido continuar su vida allí. Pero yo lo había estropeado. Los había puesto en peligro y ahora ellos se habían tenido que irse para protegerse de algo que yo había traído. Esa idea me torturo durante un tiempo. El hecho de que yo hubiera estropeado la vida de esa familia me atormentaba. Pero con el tiempo mi cabeza se lleno de otras ideas, y como una ola que borra las pisadas en la arena quise creer que este capitulo de mi vida había quedado borrado, sepultado. No podía estar mas equivocada.