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Portada creada por Mientras Lees

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viernes, 25 de diciembre de 2009

Capitulo 4: La revelación

Cada vez que íbamos a la playa me quedaba leyendo en la toalla hasta que Alicia empezaba a molestar con su típico.
-Vamos al agua.
-Todavía no.- siempre la misma respuesta.
-¿Por qué no?
-Porque no tengo calor.
-Pues yo si tengo.-me protestó ella.
-Cristal date un baño con tu prima, anda ¿que te cuesta?- Esa era mi abuela poniendo orden. Y como no a favor de Alicia. Nunca diría, déjale a tu prima en paz un rato Alicia.
-Voy.-Conteste de mala gana mientras me quitaba las gafas de la cabeza y cerraba el libro.
-Yo me voy a meter corriendo a si te da menos pereza.-me dijo Alicia mientras echaba a correr.
-Haz lo que quieras.-le grite, pero seguramente no me oyó. Yo en cambió me metí mucho más despacio al agua y hasta que no me cubría por encima del abdomen no me sumergí.

Una vez dentro del agua empecé a nadar hacía adelante manoteando por delante de mi cara de repente pude notar que algo se enredaba alrededor de mi pierna izquierda y me empujaba para abajo. Saque rápidamente la cabeza del agua boqueando empecé a mirar a los lados. Solo podía fijarme en los arboles que rodeaban el mar, arboles que cuanto más los miraba más terroríficos me parecían. Hasta que pude ver que detrás de los árboles se empezaban a asomar unas sombras. En ese momento llego Alicia.

- ¿Qué te pasa? –me preguntó al ver que no me movía.
-Creo que me he enganchado en algo.-le conteste yo.
-Voy a mirar, así que no muevas las piernas demasiado.- me dijo justo antes de sumergirse. No tardo nada en volver a asomar la cabeza.
-¡Búa que asco!, te has enredado en un alga enorme. –me informo Alicia.
-Vale pues desenrédame.-Le grite yo.
-De eso nada yo no meto ahí la mano. ¡Qué asco!
-Está bien, pero déjame tus gafas. –le dije extendiendo la mano, a pesar de que intentaba no parecer muy nerviosa no lo conseguí.
-Vale.-me contestó rápidamente mientras se quitaba las gafas.
-Apártate.- le grite justo antes de sumergirme.

Vale, Alicia tenía razón era enorme. Empecé a tirar de mi pierna para no tener que meter la mano entre las algas, pero en vez de soltarla lo único que conseguí es que se enredara más. Como veía que la única solución que me quedaba era desenredar el nudo desde dentro empecé a arrancar las algas como pude hasta llegar al nudo. Y justo cuando puse las manos sobre el nudo mi medallón se ilumino y todas las algas que estaban alrededor de mi pierna se soltaron dejándome libre. En ese momento pude ver una sombra que cruzaba el mar rápidamente a pocos metros de mí. Me dio tal impresión que saque la cabeza del agua tan rápido que casi me mareo. En la superficie Alicia seguía esperando a que saliera.

-¿Estás bien? Pensaba que no salías, llevabas tanto tiempo debajo del agua ¿Pero estas bien? –Hablaba tan rápido que las palabras se quedaban a la mitad.
-Si estoy bien, he conseguido soltarme, pero me ha llevado un poco de tiempo eso es todo. –le conteste mientras recuperaba el aire.
-Vale en ese caso vámonos fuera del agua ya no me apetece bañarme.- me dijo Alicia mientras echaba a nadar.
-Mira quien fue a hablar no es a ti a quien le han dado el susto de su vida.- Le dije mientras la perseguía también nadando hacía la orilla.

Cuando estábamos llegando a donde habíamos dejado las toallas agarré a Alicia por el hombro y le dije muy seriamente.

-No le digas nada a la abuela de lo que ha pasado. De lo contrario no nos dejaran volver a bañarnos en todo el verano. ¿Entendido?

La única contestación que recibí fue un enérgico asentimiento de cabeza. A si que supuse que no abriría la boca y no me equivoqué. No nos quedamos mucho más en playa ya que a Alicia le entro un repentino ataque de hambre y nos fuimos a casa a comer.

-Esperar un momento que voy a comprar el periódico.- dijo mi abuela parándose delante de la tienda que hay enfrente de la casa del terror del pueblo. No era una autentica casa del terror pero mi prima y yo le habíamos puesto ese nombre porque la antigua mansión abandonada daba autentico pavor.
-Yo me quedo aquí.-le conteste mientras me apoyaba en las jardineras que había frente a la puerta.
-Y yo. – contesto Alicia mientras toquiteaba todas las flores. – ¿Me coges una?
-¿Por qué no la coges tú?-le pregunte yo dándome la vuelta para mirarla.
-Porque me dan miedo las abejas.-me dijo mientras hacía ademán de coger una flor, pero apartaba rápidamente la mano al acercarse las abejas.
-Está bien, yo te la cojo.- Dije mientras acercaba la mano a la flor que estaba intentando coger Alicia.
-Porque no estará igual de florecida esta que está más cerca.- Pensé mientras la rozaba con un dedo al intentar alcanzar la siguiente.

Nada más tocarla, la flor se abrió en todo su esplendor y yo la mire con los ojos muy abiertos. La cogí rápidamente antes de alguien se diera cuenta de lo que había pasado.

-¿Te vale con esta?-le pregunte aún desconcertada.
-Claro es la margarita más grande que he visto nunca.- me dijo con una enorme sonrisa.
-Me alegro que te guste.-le dije con una extraña mueca y un tono de desconcierto. Tenía la extraña sensación de que en cualquier momento esa flor iba a desaparecer o a convertirse en un monstruo o yo que se en que.

Después de comer salí al balcón donde había un par de macetas. Me había quedado tan perpleja con la escena de la margarita que quería mirar a ver si volvía a pasar algo parecido.

Respire hondo y toque las flores, pero no sucedió nada. Entonces reconstruyendo todo lo que había pasado enfrente de aquella tienda. Me acorde que en ese momento estaba deseando que la margarita estuviese florecida.

Una vez con esta información visualice una rosa muy abierta y volví a tocar los geranios de la terraza. Y para cuando volví a abrir los ojos en medio de los geranios estaba la rosa más grande y bonita que había visto jamás. Me empecé a reírme y a retirarme el pelo de la cara.

-Vale –empecé a hablarme a mí misma, después de lo que había pasado los últimos días ya me daba igual que me tomaran por loca- Cristal acabas de hacer magia, porque no existe otra explicación a que un geranio se convierta en una rosa tan solo con desearlo.

Transforme todas las plantas del balcón en las más raras flores que pudiera imaginar. Mi favorita era una rosa de color azul marino y con brillantes gotas de rocío en los pétalos. Había descubierto que si me concentraba lo suficiente no necesitaba tocar las flores solo pasarle la mano por encima.

-¿Dónde estas Cristal? – se oyó de repente desde el otro lado de la puerta del balcón.
-Mierda- maldije por lo bajo.
-Estoy en balcón –respondí con voz tensa. Y acto seguido oí los pasos de mi prima que se acercaban hacia la puerta del balcón. Rápidamente pase la mano sobre todas las flores de las macetas para que volvieran a ser los geranios que había hace tan solo unos minutos. Pero el movimiento de la mano sobre las plantas fue demasiado rápido y con unos pocos geranios apareció también una extraña escarcha.

Moraleja: hacer las cosas rápido hace que salgan mal. Pero yo no tenía tiempo para hacer que los geranios volviesen a aparecer uno a uno. Lo único que deseaba es que toda esa escarcha se fundiera, estaba tan frustrada que apreté los puños buscando una solución, pero antes de que pudiese darme todo estaba envuelto en llamas. Me asuste tanto cogí lo primero que vi para sofocar el fuego antes de que todo el edificio se convirtiera en una enorme bola de fuego. Y el extintor improvisado no fue nada menos que la sudadera que me había dejado en el balcón esa mañana. Me parece que por fin voy a poder tirar esa sudadera a la basura.

En uno de los golpetazos que le di a lo que era la última maceta en llamas una rosa se desprendió de la maceta y bajo los dos pisos que había hasta el suelo apagándose poco a poco. Como últimamente estoy en racha. Mi rosa, ahora negra fue a parar en los pies de uno de los surferos del pueblo. Que sorprendido del extraño objeto que habían arrojado a su paso se agacho a recogerlo y mirar de donde lo habían lanzado. Con tan mala suerte que yo seguía asomada al balcón y me vio de pleno. Al ver a ese chico tan guapo mirándome fijamente me puse nerviosa y lo único que se me ocurrió hacer fue sonreír y esconderme rápidamente debajo de la barandilla. Desde ahí seguí mirando entre los barrotes. Por suerte el chico se marcho al momento tras poner una mueca de “yo no entiendo nada”.

Suspire ruidosamente y mire la maceta toda chamuscada, en ese momento entro mi prima.

-Nos vamos.- me dijo mientras se asomaba por la puerta del balcón haciéndome pegar un bote por el susto que me acababa de propinar.
-¿A dónde?- pude preguntar a media voz mientras que disimuladamente escondía la maceta y la sudadera detrás de mí.
-A dar una vuelta por el puerto- me contestó como si fuese la pregunta más estúpida que le hubiesen hecho jamás.
-Vale ahora voy.-le dije esperando a que cerrase la puerta y me dejara sola con mis problemas ahora convertidos en una maceta chamuscada.
-Date prisa.-dijo mientras como esperaba cerraba la puerta, pero antes de que la cerrase del todo la volvió a abrir de golpe.- Oye, ¿que se supone que estás haciendo a aquí?
Esa era la típica pregunta comprometedora que solo sabe hacer mi prima en el momento adecuado. Consiguió ponerme tan nerviosa que solo pude soltar lo primero que se paso por la cabeza.
-Pensar.-dije mientras me mordía el labio inferior esperando a que se lo creyera.
-¿Pensar?-se burlo ella. No se lo había creído en absoluto. Su tono lo dejaba muy claro cuando siguió diciendo.- ¿Y para eso hace falta que te sientes en el suelo cuando hay sillas?
- Aquí estoy mejor en las sillas me daba el sol en la cara.

La verdad ni yo me creía lo que acababa de decir y ella mucho menos. Lo dejo muy clarito cuando me soltó mientras levantaba mucho las cejas y ponía cara de desconcierto.

-Eres muy rara Cristal.- nada mas decir esto cerró la puerta de golpe.
-No sabes cuánto.- le conteste yo por lo bajo, pero ya no podía oírme.

Puse todas plantas de la terraza como estaban antes de que yo apareciera después de comer. Solo hubo una cosa que no pude arreglar el agujero que se había hecho en la sudadera. La escondí debajo del colchón de mi cama hasta que diese con la forma de arreglarlo. Poco después se oyó como alguien abría la puerta que daba a la calle y una voz que decía:

-Nos vamos, la última que cierre la puerta.

Salí corriendo de la habitación tras cerciorarme de que nadie detectase que la sudadera que estaba debajo de mi cama

1 comentarios:

Anónimo dijo...

:O¿ que habra pasado ? Y ¿ EL CHICO ? xD jaja adios bye :D mas cap's xD

Att: Melanie ^^ a y mi amiga sophie que esta aca leyendola tambien xD

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