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Portada creada por Mientras Lees

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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Capitulo 2: Cambio de aires


-Arriba dormilona. No te pienses que te vas a quedar en la cama hasta las doce solo porque estés de vacaciones.


Las maneras que tiene de despertarme mi madre son de todo menos cuidadosas.

Me aparte el edredón de un golpe y me incorpore encima de la cama nada más oírla alejarse por el pasillo. La experiencia me decía que si no lo hacía ahora me iba a volver a dormir. Me revolví el pelo con una mano, sabía de sobra que no tenía el flequillo sobre la frente. Nunca lo tenía nada más levantarme, era como si le gustara perderse entre el resto del pelo. Me coloqué el medallón bien y lo note muy caliente, tanto que aparte la mano de la impresión. Esto se estaba pasando de raro. Me levante de golpe de la cama y encendí el ordenador de mi escritorio. Mientras se encendía levante la persiana para que entrara luz. Nunca me había sentido del todo a gusto a oscuras, menos cuando era de noche. Me era bastante difícil dormirme con bombillas encendidas dentro de las habitaciones. Me senté en el escritorio apartando un poco las cosas que había tiradas por la mesa. Pensé en poner un poco de música en el ordenador para distraerme antes de volver a hacerme paranoias mentales sombre las sombras y el medallón. Pero antes de que me diera tiempo a que el ordenador terminara de encenderse mi madre irrumpió en mi habitación con cara de pocos amigos.

-¡Que haces en el ordenador a estas horas! Deja de perder el tiempo o llegaremos tarde.
-¿Tarde? ¿Tarde a donde?-pregunte con la misma cara que se le queda a alguien cuando le hablan en un idioma que no entiende.
-A donde va ser Cristal, al dentista. Creo que te lo he repetido treinta veces esta semana. - me dijo suspirando- Prepárate rápido que no me gustaría tener que correr.
-Se me había olvidado completamente. No tardo nada - le conteste mientras me revolvía el pelo con la mano derecha.
-Donde tendrás la cabeza Cristal. –me regaño mientras se marchaba de mi habitación.

Cerré la puerta y empecé a vestirme. No tarde demasiado y como de costumbre al final la tuve que esperar yo a ella. Aproveche para ponerme los cascos un rato y escuchar música mientras andaba un poco por Internet.

Cuando ya me estaba empezando a aburrir delante de la pantalla me llamó mi madre en señal de que ya nos íbamos. Apague el ordenador y salí de la habitación todavía con los cascos puestos. Solía llevarlos puestos por la calle para escuchar la radio o la música que tenía grabada en el mp4.

De casa al dentista hay apenas unos diez minutos andando a buen paso, pero como cada vez que voy con mi madre mi paso se ralentiza. Estuvimos allí en unos veinte.

La revisión fue muy rápida solo me cambiaron el alambre de la ortodoncia. A sí que antes de las doce ya estaba en casa preparando la maleta para irme con mi abuela y mi prima a aburrirme quince días en un pueblo sin amigos, tecnología, ni tiendas. Suspire mientras metía en la maleta lo que serian mi entretenimiento los próximos días. Una colección de libros que seguramente no me daría tiempo a leer, pero aún así los metí todos no vaya a ser como el año pasado que no había ni televisión.

Mi maleta azul no era todo lo grande que me hubiera gustado que fuera. Si hubiese sido por mí me hubiese llevado todo el armario, porque soy de esa clase de personas que luego echan de menos todo lo que se han dejado. Pero mi madre interfirió rápidamente al ver lo que tenía intenciones de llevarme conmigo. Quito casi todo de manera que solo llevara lo imprescindible.

Mientras salía de la habitación con la maleta ya en la mano dirigí una mirada nostálgica a mi habitación medio vacía. Como iba a echar de menos a casi todas las cosas que había en esa habitación. Resople ruidosamente mientras entornaba los ojos. Cerré la puerta y salí de la casa.

El viaje en tren fue largo, por suerte tenía mi música y había espacio suficiente para las maletas. Al mirar por la ventana me alegre de que se viera el exterior y no un reflejo como en el metro, no me apetecía demasiado volver a mirar un reflejo en un tiempo.

El paisaje que se filtraba por la ventana era de lo más espléndido, verdes montes y bosques rodeaban pequeños pueblecitos, como una madre estrecha entre sus brazos a un hijo en un signo protector. Lo malo era que debido a la niebla que lo rodeaba todo este signo se volvía algo terrorífico.

Cuando la voz del tren anuncio la anteúltima parada un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal. Tenía un mal presentimiento sobre los próximos días.

La casa estaba situada en una de las calles más transitadas del pueblo.

-Es esta- me dijo mi madre señalando un portal medio escondido junto a una farmacia. Le asentí con la cabeza y mientras miraba de arriba a abajo el edificio de unas cinco plantas, me lleve la mano instintivamente al medallón. En los últimos días había adquirido la extraña costumbre de agarrar mi medallón de forma instintiva cada vez que algo no me gustaba del todo.
-Es el segundo piso-continuo explicándome mi madre.- Coge la maleta y sube que tu prima te está esperando.

Al llegar al segundo piso me encontré la puerta abierta, pero nadie en ella para recibirme. Asome la cabeza por la puerta y grite:

-¿Hola?
-Ya habéis tardado en subir, os he visto desde el balcón, habéis llegado al portal hace más de diez minutos - contesto una voz entre divertida y enfadada.

Era mi prima Alicia. Mi única compañía durante los próximos quince días exceptuando a mi abuela. Lo cual no era muy alentador sabiendo que Alicia tiene únicamente 12 años y yo quince. Y lo único que ella pudiese tener en la cabeza no serian más que tonterías.

Aparentemente era una chiquilla de lo más alegre y traviesa. Capaz de divertirse con cualquier cosa. A veces la envidia por ello.

-¿Pero te vas a quedar en la puerta?- Esta vez la voz que se oía detrás de mí, era la de mi madre.
-Ya voy- le conteste mientras aupaba la maleta dentro de la casa con cara de esfuerzo.

- Es que la puerta estaba abierta y no parecía haber nadie dentro- dije tratando de explicar la razón por la cual me había detenido ante una puerta abierta que me invitaba a entrar dentro.
- Os he estado esperando en un umbral, pero me he cansado después de los primeros cinco minutos y me he ido a ver la tele- me replico Alicia que se había acercado al recibidor para darnos la bienvenida.
-Como es que sigues en pijama- le regaño mi madre- Es que no tienes pensado salir hoy a la calle con el día tan bueno que hace.
-Sí, pero os estaba esperando. ¿Cómo si no pretendíais abrir la puerta?- Contesto Alicia malhumorada, como si hubiese puesto en entredicho su lugar en el mundo.
-¿No está la abuela?- le pregunte confundida
- No- me contesto algo más calmada- ha salido a comprar el pan y el periódico.
- Tu habitación es la primera puerta de la izquierda- me señalo mi madre cortando la conversación.

Me dirigí a la puerta señalada arrastrando la maleta detrás de mí.

En cuanto entre en la habitación mi prima empezó a revolotear detrás de mí. Supuse que mi cama era la de la izquierda ya que la otra estaba llena de cosas de Alicia y la mesilla ocupada.

-Saca el neceser y las cosas que vayas a meter en los cajones de la mesilla. Todo lo que sea para colgar dámelo a mí que lo coloco en el armario de la habitación de la abuela.- me dijo mi madre mientras se asomaba por el umbral de la puerta antes de volver a marcharse.

Resople ruidosamente. Odiaba hacer y deshacer maletas. Me senté en mi cama para comenzar a sacar las cosas. Nada más sentarme pude comprobar que el colchón se hundía bastante. Menos mal que no me he tirado en plancha.

Termine rápido con el asunto de la maleta y me puse a investigar la casa. Nada más entrar a la izquierda estaba el baño, me encantaba la cortina de la ducha era blanca con un montón de puntos de colores.

Frente la puerta de la entrada se encontraba la cocina, espaciosa con una mesa y sillas. Después de mi habitación y de la de Alicia la siguiente puerta era la del salón. A través del cual se daban a otras dos estancias. Una de ellas era una habitación con una cama de matrimonio y una cómoda. Y la otra era una pequeña terraza o balcón. Junto a la puerta del salón, a la derecha, estaba otra habitación al igual que la mía, con dos camas. Esta era la habitación del armario. Un armario grande de madera oscura.

-¿Qué te parece la casa?-me pregunto mi madre
-Es más grande que la del año pasado.
-Creo que si-me contestó.-No la he medido.
-Por lo menos tiene más habitaciones.
-Eso sí que es verdad.
-Yo prefería el jardín del año pasado, aun que hubiese menos habitaciones- añadió Alicia desde la puerta.

Los primeros días fueron muy rutinarios. Si hacia buen tiempo íbamos a la playa a tomar el sol, si no, nos quedábamos en casa o bien salíamos a dar un paseo por el puerto. Pero pronto las cosas empezaron a cambiar.

2 comentarios:

Consejera Virtual dijo...

Me encanta la historia!! Por favor, escribi el tercer capitulo que me mori de la intriga!! Jaja... si leiste los libros de Crepusculo...aca tengo la continuacion, la escriibo yo en mi blog.
www.twilightsagaisback.blogspot.com
besos!

Anónimo dijo...

amo la historia sube mas!!!! :DDDD

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