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Portada creada por Mientras Lees

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sábado, 6 de febrero de 2010

Capitulo 12: El torreón

Era una habitación oscura, fría. Prácticamente helada. Sus paredes de piedra habían sido testigo de muchas cosas. De una historia casi tan antigua como el tiempo.
Era una estancia amplia, con el suelo de madera y las paredes revestidas con librerías que se extendían hasta donde podía alcanzar la vista. En el centro se situaba una pequeña mesa redonda. Junto a ella se alzaba una sombra. Tan solo se podía distinguir la silueta. Era un hombre alto y no excesivamente corpulento.
De pronto una figura apareció al otro lado de la mesa, justo enfrente a él.
Él se giro grácilmente para mirarla, era imposible que la hubiese visto u oído aparecer, pero sabia que estaba ahí. La figura que estaba totalmente cubierta por un capa gris se echo la capucha hacia atrás dejando al descubierto la cara. Su menuda estatura comparada con la de él hacía intuir que se trataba de una mujer. Lo cual se confirmo cuando habló.
-Señor todavía no la tenemos.- su tono demostraba un profundo respeto.
-Creía que ya la habíais localizado.-su voz carecía completamente de sentimientos no parecía molesto ni siquiera algo impaciente.
-La hemos localizado, pero ha escapado de todos nuestros intentos de captura.- comenzaba a ponerse nerviosa. La voz le temblaba.
-En ese caso, es que es más fuerte de lo que creíamos.- hizo una pequeña pausa para pensar.- Basta de rastreadores quiero subir esto a otro nivel.
-¿Ha otro nivel señor?- parecía confusa, pero tal vez mas sorprendida que confusa.- ¿A que nivel?
-Al tuyo.- contesto decidido.- Por cierto no quiero que vuelvas sino es con ella. Y no tendrás todo el tiempo del mundo.- su voz volvió a convertirse en algo tan frio como el hielo. Tanto que un escalofrió la recorrió a ella.
-¿De cuanto tiempo dispongo?- parecía como si tratara de serenarse, pero no lo conseguía.
-Hasta que caiga el último grano de arena.- no dijo nada más. Se volvió a girar y dejo al descubierto un gran reloj de arena sobre la mesa. Ella tampoco dijo nada. Hizo una reverencia y como había aparecido, desapareció.

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