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Portada creada por Mientras Lees

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domingo, 7 de febrero de 2010

Capirulo 13: El Don de la Visión

Los primeros rayos de luz de la mañana traspasaban la ventana, la habitación estaba sumida en el silencio, Alicia dormía profundamente y yo me acababa de despertar.
La cabeza me daba vueltas y cuando me incorpore para mirar que hora era, las imágenes de mi sueño volvieron a mi mente. La habitación fría, la mujer encapuchada, el reloj de arena… Todo volvió de pronto a mi cabeza provocando una profunda migraña. Era la primera vez desde que tenía seis años que yo no aparecía en uno de mis sueños.
El reloj que había dejado sobre la mesilla marcaba las siete y media, no me lo pensé dos veces y me levanté. Salí de la habitación intentando hacer el menor ruido posible.
Por suerte no había nadie despierto todavía, pero sabía de sobra que eso no duraría mucho. Tenía como máximo hora y media antes de que alguien notase mi ausencia. Cogí unas galletas y una vez vestida salí de casa.
Acelere el paso, no quería que Alicia se despertara de repente con ganas de ir al baño y se diera cuenta de que no estaba. No podía creerme que estuviera corriendo a casa de Jane a las ocho menos veinte de la mañana para contarle que había tenido un sueño extraño, pero es que tenía algo que me hacía temblar.
Cuando toque el timbre, Max me abrió la puerta un tanto sorprendido por verme allí a esas horas y no me extraño. Le conté lo que había visto, lo siniestro del lugar y la sensación con la que me había despertado.
-El don de la Visión.- dijo seriamente después un silencio.
-¿Qué es eso?- le pregunte yo un tanto alterada.
-No te has leído todas las hojas que te di, por lo que veo.- añadió el mientras se levantaba a buscar algo.
Volvió enseguida con uno de sus libros escritos a mano.
-Aquí lo tienes.-me dijo mientras me entregaba el libro señalándome una pagina.
-El don de la Visión.- comencé a leer en voz alta.- Se trata de un poder extraño y poco común que se caracteriza entre diversas cosas por las premoniciones. ¿Cómo que entre diversas cosas?-le pregunte un tanto confusa.
-Se refiere a que puede que te otorgue mas cosas, como poder ver de la gente mas de lo que hay a simple vista.-me contesto mientras recuperaba su libro de entre mis manos.
- ¿Te refieres a su alma?-le pregunte un tanto confundida.
-No especialmente su alma, pero si saber que alguien es especial.- me corrigió él.
-Como Jane.- añadí sin darme cuenta al recordar esa especie de aura que la envolvía.
-Volviendo a tu sueño.- encauzo el tema de nuevo como si lo demás no importase.- Creo que hablaban de ti y por eso lo has visto.
-Ya había llegado a esa conclusión, pero pensaba que era una locura.- le dije como si me acabara de confirmar la peor noticia del mundo.
-Creo que sigues viendo el mundo de una manera demasiado científica y respecto a lo que comentaban de ya te tenían localizada, lo mejor será que aprendas a hacer un hechizo de invisibilidad mágica.
-¿Qué es eso?- me ponía muy nerviosa cuando olvidaba que hasta hace dos días lo más mágico que había en mi vida era Harry Potter.
-Es un escudo que hace que parezcas una persona normal ante el don de la Visión y el de Rastreo. Lo mejor será que vengas esta tarde y empecemos a prepararlo.
De pronto el reloj de cuco que había sombre la chimenea empezó a decir que eran las nueve.
Me puse de pies de un salto y corrí hacia la puerta mientras que por mi cabeza pasaba una única cosa.
-Dios mío, como puede pasar el tiempo tan deprisa, en mi casa la gente ya habrá comenzado a despertarse.
Ni siquiera oí lo que me dijo Max para despedirse. Corrí a grandes zancadas la distancia que había hasta mi casa, que no era poca.
Cuando entre al portal heche una mirada nerviosa al reloj, las nueve y cuarto. Todos estarían levantados. La única que sigue en la cama para esas horas normalmente soy yo. Subí las escaleras intentado hacer en menor ruido posible y cuando abrí la puerta me encontré a mi abuela al otro lado dando vueltas impacientes de un lado a otro.
-¿Dónde te habías metido jovencita, sabes acaso el susto que me has dado?- estaba realmente enfadada trague saliva y como había ensayado durante el camino dije.
-Lo siento debería haber dejado una nota, pero me levante pronto y se me ocurrió que a lo mejor os apetecía desayunar unos bollos recién hechos.- y nada mas decir esto saque la bolsa de papel que tenía escondida a mi espalda.- Me perdonas si te digo que son rellenos de mantequilla.-Añadí con una sonrisa.
Por suerte mi abuela se lo creyó y después de un simple “podrías haber dejado una nota para no darle estos sustos a tu vieja abuela” el tema quedo zanjado. A partir de ahora será mejor que me ponga una alarma antes de ir a casa de Jane porque el pobre reloj de cuco y el poco dinero que lleve en los bolsillos no van a poder salvarme de más aprietos.

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